De Life of the party
Olivia Gatwood
Trad. Daniela Morano
Olivia Gatwood (Albuquerque, Nuevo México, 1992) es poeta, escritora, activista y educadora. Ha publicado los poemarios “New American Best Friend” (2017) y “Life of the Party” (2019).
Fue finalista de Brave New Voices, Women of the World y el Slam Nacional de Poesía en Estados Unidos. Sus poemas han aparecido en Muzzle Magazine, The Winter Tangerine Review, Poetry City U.S.A., Tinderbox Poetry Journal, y The Missouri Review.
En “Life of the Party” Olivia reflexiona en torno a la romantización de la violencia contra las mujeres en nuestra cultura.

De Life of the Party – Olivia Gatwood
Chica
en homenaje a Ada Limón
creo que nunca no seré una
incluso cuando docenas de canas broten
de mi sien y se enraícen
como un hongo plateado por mi cuero cabelludo,
incluso cuando la piel de mis manos esté suelta
como un cobertor, cubriendo mis nudillos,
incluso cuando sepa todo lo que hay por saber
sobre el desamor o la envidia o la mortalidad
de mis padres, creo, incluso entonces querré
que me digan chica, sin importar la boca
de dónde provenga o cómo lo digan,
chica, espirales de humo tras el rocío
de un cohete en la noche, chica, dulce cucharada de azúcar
al fondo de mi café, chica, boca llena
de crema batida en la fiesta de cumpleaños, chicas,
creo, jamás moriré, jamás dejaré de correr
a través de los regadores o de saltar por las ventanas
nunca rechazaré un frasco de dulces
nunca dejaré de tirar la uña suelta con mis dientes
soy una chica buena, chica mala, chica soñada, chica triste
chica de al lado bronceándose en la entrada de su casa
quiero ser todas a la vez, quiero ser
todas las chicas que he amado
chicas malas, chicas tímidas, chicas ruidosas, mis chicas,
todas enojadas en nuestras entradas,
tabaco enrolado descansando sobre nuestros labios
nuestros cuerpos lo único de lo que somos dueñas,
dejaremos a nuestros hijos sin nada al morir
seguiremos siendo chicas entonces, también, seguiremos siendo lindas
amadas, suaves al tacto,
labios rosados y nariz ruborizada en el ataúd
una docena de hombres llorando en trajes rígidos
sí, incluso entonces, somos chicas
en silencio y muertas y aún así
el alma de la fiesta.
Cuando digo que todos somos chicas adolescentes
lo que quiero decir es que cuando mi abuela
me llamó para preguntar por qué no respondí su carta,
todo lo que escuchaba era, ¿Por qué no
respondiste mi mensaje? ¿Por qué no me quieres?
Y cómo puedo hablar de mi abuela
sin además mencionar que si todos
son adolescentes, entonces también los pájaros lo son, su creciente
hermandad, sus graznidos,
y el mar, por supuesto, el mar,
empujando y tirando, errático, la forma en que lo taladramos,
lo llenamos de nuestra basura, tomamos y tomamos
y tomamos de él y aún así nos sostiene
cada vez que nos adentramos en él.
Qué es más adolescente que
no ser amada y quererlo tanto
que aceptas hasta las más pequeñas migajas y dices
estar llena; qué es más adolescente que
la llave inglesa de mi papá, eternamente leal
y dispuesta a soltar hasta los tornillos más porfiados;
qué es más adolescente que las uñas mordisqueadas
de mi mamá, que el crujido de las tablas en su casa.
Qué es más adolescente que mi perro, Jack,
con su ladrido agudo e innecesario,
que jamás ha detenido a un ladrón,
o ha llegado cuando se le llama, pero a veces
cuando me río, mueve su cola
tan fuerte que se golpea contra la pared, a veces
suena como un latido, a veces le grito
por hablar demasiado, por tener su pieza desordenada
a veces lo visto de rosado, poleras a rayas
y pienso que se siente lindo,
creo que le gusta sentirse lindo,
creo que Jack es una adolescente
y las montañas, oh, las montañas,
qué adolescentes que son, esas colosales creídas,
y la luna, brillante y distante
y dictando todas nuestras emociones.
La respiración delicada pero profunda de mi amada mientras duerme
es una adolescente, cómo me sostiene y me mantiene
despierta a la vez, cómo a veces desearía
silenciarla, hasta que gira su cuerpo y
la habitación queda en silencio y de repente la quiero de vuelta.
Imagina a las adolescentes que han dejado este mundo
y lo rápido que rogamos porque regresen,
lo agradecidas que estaríamos por su ruidoso entusiasmo
y su habilidad de hacer un crop top con lo que sea.
Incluso los hombres que se ríen con sus risas condescendientes
cuando una adolescente se desmaya al ver
a su estrella pop favorita, incluso esos hombres son chicas adolescentes,
por lo mucho que quieren ser grandes
e importantes y admirados por alguien.
Plutón, adolescente, rechazada
por el universo popular,
y mi papá, una adolescente, que insiste en que no
cree en el horóscopo pero quiere que le diga
las mejores cualidades de un escorpión,
Le digo, Todos somos chicas adolescentes,
y mi papá, habiéndome criado, recuerda la vez que
encontró una caja llena de cartas de amor y envases de condones
que escondía en mi closet, las sábanas manchadas de sangre, los calcetines perdidos,
la radio retumbando sobre mis agudos sollozos,
la vez en que estaba segura que moriría de un corazón roto
y por un momento estuve enamorada de un pequeño, nuevo chico,
y claro que hay chicas
las verdaderas adolescentes, amontonadas en el metro
después de clases, extremidades colgando sobre los hombros unas de otras
huesos chocando, como torpes campanas de viento
todos los pasajeros, que se ponen sus audífonos
para silenciar las risitas, para silenciar a la bandada y sus chillidos,
sin saber dónde aprendieron a hacer esto,
a poner sus ojos en blanco y subir el volumen,
sin saber de dónde aprendieron sobre esta rabia palpable,
sin saber que las adolescentes son nuestras más distinguidas
profesoras, que nos enseñan a esconder el desgarro
hasta que cerramos la puerta de nuestras piezas,
y lloramos con sangre en el cuello,
un pie adentro, de cara a la almohada,
las chicas que nos enseñan a gritar.
Sierra de Sandía, 2008
la única persona que conoce,
y quiero decir realmente conoce—
a ocho estados de distancia,
una inflexión tan gentil que sólo
él puede escucharla— mi tristeza,
es mi papá quien, cuando tenía dieciséis
y sufría por mi primer corazón roto,
no sabía nada pero
al mismo tiempo sabía todo,
y sin hacer preguntas,
me llevó atrás de su moto
y condujo
hacia las montañas donde,
en medio del verano,
nos subimos al andarivel
arriba y abajo, admirando en silencio
el pasto y las amapolas amarillas
y los intactos globos de los dientes de león,
y el chico solitario
en su trabajo de verano que empujaba
la palanca sólo para nosotros, los únicos
clientes, para elevar nuestros cuerpos
en esta silenciosa bestia, y yo
era demasiado chica para apuntar
y decir, qué hermoso,
todavía fiel a mi religión de adolescente
delineador negro, ojos en blanco
pero sabía, a pesar de mi negación,
que algo acá era
digno de elogiar y supongo
que esa era la lección,
mi papá, que conoce,
y quiero decir realmente conoce,
mi tristeza, sabía que
no necesitaba palabras,
necesitaba ver, que
a pesar de todo, aún había
algo vivo debajo de mí.
Cuerpos encontrados: 13
Con citas del reportaje de Albuquerque Journal sobre el asesinato de once mujeres negras y mulatas, en su mayoría trabajadoras sexuales, y un feto encontrado en Albuquerque, Nuevo México
No creemos que nadie
sea desechable
sólo en el lado equivocado
de la ley
esa es la parte difícil
la espera
no hay respuestas
sólo la persecución
mujeres que acumulan polvo
y desaparecen
quizás era una persona
que pensó hacía el trabajo del Señor
asesinando prostitutas
adictas y enterrándolas
en una tumba superficial
quizás creían
que era un acto de servicio matar
a estas chicas que
compartían un lazo
se cuidaban unas a otras
en la zona de guerra
suaves fugitivas del desierto
[cuántos cuerpos
tienen que desenterrar
antes de que el Departamento de Policía de Alburquerque
se sienta cómodocon las palabras Asesino Serial]
encontramos dos huesos más de un pie
continuaremos la búsqueda hasta
que no encontremos más
de haber estado descubriendo cuerpos frescos
cuerpos cuerpos cuerpos
cuerpos cuerpos cuerpos
estaría mucho más preocupado
es trabajo muy duro
en caso de personas desaparecidas
que involucran a mujeres
con estilos de vida criminales
no quieren ser encontradas
imagina que doce niñas blancas desaparecen
imagina encuentran sus cuerpos
antes de convertirse en huesos
imagina encuentran sus cuerpos
cómo escribo
un poema encontrado
cuando no hay nada
que encontrar
cómo puedo contarte
sobre una niña
que se define
por su ausencia
imagina sus cuerpos
a nadie le importaba
si aparecían
[excepto a aquellos que la amaban
que sabían era más que sus antecedentes penales
hay tantas más desaparecidas
y están en algún lugar
quizás están por ahí
en esa meseta
quizás es tiempo
de dar otro vistazo].
Daniela Morano (Santiago, 1993) es poeta y traductora. Trabaja en comunicaciones.


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