«Se lee con el cuerpo»: un café con Luna Miguel
Catalina Estrella
Luna Miguel lee, escribe y edita, en ese orden.
Como escritora ha transitado por varios géneros, publicando siete libros de poemas, entre los que destaca Poesía masculina (2021), editado por La Bella Varsovia y distribuido en Chile por Big Sur. Es también autora de la novela El funeral de Lolita (2018) y de los ensayos El coloquio de las perras (2019), Caliente (2021) y Leer mata, recientemente editado en Chile por Los libros de la mujer rota.
En su paso por Chile participó de diversos conversatorios y actividades en torno al lanzamiento de Leer mata, presentado por la poeta Daniela Catrileo y la socióloga Leslie T. Fernández, en la última versión de La furia del libro.

Luna Miguel en barrio Lastarria.
Luna, no deja de ser llamativa la manera en la que relacionas el cuerpo y la lectura, y la forma en que eso se refleja en tu escritura. Más allá del cuerpo en sí mismo, de alguna manera las voces que construyes siempre hablan de procesos corporales, de momentos que se sienten vivos, como en movimiento. Cómo logras relacionar esto con escribir sobre literatura y vida, escribir sobre escribir y escribir sobre leer.
Se lee con el cuerpo al fin y al cabo, ¿no? Pensamos con el cuerpo, miramos con el cuerpo, imaginamos con el cuerpo. Entonces, después de muchos libros y de muchos textos en donde lo principal para mí era investigar sobre qué sale del cuerpo, con Leer Mata de repente también me he interesado en qué entra en el cuerpo. En este caso a través de la voz, de la mirada, de las ideas y por eso yo creo que me apetecía no separarme de esa escritura erotizada.
En un tema aparentemente más ligado a lo estrictamente intelectual, como es el de la lectura, no quería desligarme de esa corporalidad porque me parece que todos esos procesos físicos también están dentro del proceso de la lectura, de alguna forma la lectura atenta contra la fisiología, algo así decía Umberto Eco (bromea).

Detalle de portada de Leer mata, libreta y mano de Luna.
Así parte Luna respondiendo a mis preguntas mientras compartimos un café en Lastarria. Esta primera cita como parte de sus discursos, está lejos de ser una anécdota dentro de la entrevista. Luna es, ante todo, una trabajadora de la lectura, como ella misma se define, y eso se refleja, no solo en su trabajo como escritora, sino también en la forma en la que se desenvuelve en su día a día. Llena de referencias, Luna salta de un libro a otro, de una autora a otra, con total agilidad, no es solamente su elocuencia la que asombra, es también la forma en que logra inscribir sus ideas en torno a la literatura, el placer y el dolor, apoyada de otras escrituras que ha sabido hacer suyas con cada lectura compartida.
“Quizá morir de amor solo sea guardar la vida”
Paulina Flores es la encargada de prologar tu libro Leer Mata para la reciente edición chilena a cargo de Los libros de la mujer rota. En ese espacio destaca la idea de morir de amor, que luego cuando se avanza en tu texto podemos entender que se relaciona con el proceso mismo de leer. ¿Cómo se llega a esta relación entre morir de amor y morir leyendo?
La respuesta puede estar en el ensayo anterior, en mi libro Caliente. Hay una parte que ahora la tengo muy viva, porque estoy haciendo mi club de lectura, donde estamos leyendo Primavera sombría de Unica Zürn y estamos llegando justo a una parte del libro en particular, gracias a la que pude escribir los primeros capítulos de Caliente, donde hablo de la relación entre el dolor y el placer, que es para mí una unión total, me parece que no hay escritores que hayan trabajado uno de estos temas sin trabajar el otro al lado, ¿no?
Si nos vamos muy atrás, pienso en Safo con su Eros el dulce-amargo. Lo que a mí me planteaba el proceso de escritura de Leer mata, incluso antes de ponerle este título tan llamativo, era decidir cuánto de placer y cuánto de dolor había en mis procesos de lectura, como trabajadora de la lectura que soy. Yo trabajo leyendo para Penguin Random House en España, trabajo como lectora, por eso mi día a día son los libros, no hay otra cosa. Hay otras cosas, sí, pero todas acaban girando en torno a eso.
Ayer mismo me despedía de mi gata Deli, que murió y el hombre que vino a llevarse el cuerpo entra y me dice cuántos libros hay en esta casa, qué bien y yo le dije sí y encima Deli murió el mismo día que nació Flaubert y nos reímos tanto los dos, que en el acta de defunción puso Deli Bovary como el nombre falso del gato que acababa de morir, ¿ves?, lo quiera o no siempre están ahí los libros, siempre están ahí las referencias literarias, siempre cruzadas, porque es mi trabajo y es mi amor también y entonces es inevitable que me haga esas preguntas. El trabajo es muchas veces dolor (risas), pero bueno, es inevitable que esa pregunta esté en todos los temas que me planteo, ya hable de sexo, ya hable de maternidad, de lectura, comida o lo que sea, siempre me interesa ver cuánto de placentero y cuánto de dificultoso hay en esos actos.
Dentro de los aspectos formales de la escritura de Leer mata, me llama mucho la atención la forma en que las notas al pie de alguna manera dialogan y amplían el texto mismo, ¿esto fue una decisión consciente, o es más bien parte de un proceso que se dio de esa manera?
En Leer mata, vemos que el cuento sobre las lectoras, o más bien la historia en sí misma, está escrito por la escritora y las notas están escritas por la lectora. Yo intenté en las notas al pie, distanciarme, por eso hay más textos y citas, por eso las teorías y las ideas están más desarrolladas en las notas, porque es una escritura un poco bipolar, en el sentido en que hay dos narradoras, una intenta distanciarse de su trabajo de lectura y la otra intenta distanciarse de su trabajo de escritura. Este era el efecto final que yo quería conseguir con estas notas al pie tan extensas y tan locas, tan jocosas, en las que parece que me estoy burlando de mí misma todo el rato y efectivamente, es así. Algunos consideran que es la primera vez en que hay tanto humor en un libro mío, yo no estoy tan de acuerdo porque creo que en Poesía Masculina también hay bastante, pero sí estoy de acuerdo con que quizás es la primera vez que este aspecto se manifiesta abiertamente en mi escritura.
Detengámonos entonces en Poesía masculina, editado por La Bella Varsovia, uno de los títulos que han ido llegando a Chile este último tiempo, ciertamente podrías haber escrito sobre y no desde una voz masculina, ¿por qué y cómo se llega a esa decisión?
Todo está en la primera cita del poema de Michel Houllebecq con el que parte Poesía masculina: los hombres solo quieren que les coman el rabo tantas horas al día como sea posible, tantas chicas bonitas como sea posible. Este poema me impresionó por allá por 2016, cuando lo publicó Anagrama, al menos en librerías españolas y entonces me llevó a pensar que si a las mujeres que escribimos sobre nuestro cuerpo nos dicen que estamos escribiendo poesía femenina, entonces él, que está escribiendo sobre su polla estará escribiendo poesía masculina, ¿no? ¿Es esa la poesía masculina? Es ahí donde me puse a pensar, qué pasa si yo escribo disfrazada de hombre, y escribo sobre los mismos temas que rondan mis libros anteriores, pero desde esa voz masculina impostada.
Lo que pasó fue que me divertí mucho, hablé de temas de los que creo que no habría hablado desde mi yo femenino, desde mi máscara de Luna. Disfrazada de macho era mucho más fácil hablar de todos esos temas que muchas veces pensamos que no están en la literatura, pero sí que están, ya está Houllebecq y una gran lista de hombres hablando desde su propio cuerpo, pero se han leído como temas universales. Nunca se ha dicho este poeta se la pasa todo el día escribiendo sobre masturbación, o lo que sea.
La escritura de las mujeres la compartimentamos por temas constantemente, mientras la de ellos es universal, porque todo lo que escriben es universal. Por eso a mí me apetecía compartimentar todo, ¿me entiendes?. Los poemas sobre el divorcio, los poemas sobre las amantes de él, los poemas sobre cómo su mujer se acuesta con otros hombres, los poemas sobre la paternidad, a mí me interesaba que estuviera todo supercompartimentado, para al fin y al cabo entender que la etiqueta de masculino y femenino en la literatura es una chorrada. De ahí el primer chiste, Poesía masculina.
Desde ese lugar, desde esta voz impostada, te pregunto ¿hay una relación entre lo político y la escritura?, ¿esa relación es evidente para ti o se va dando a medida que escribes, sin plena consciencia de su existencia?
Escribo desde una postura feminista porque para mí está escrito desde ahí, aunque me ponga esa careta de macho. En España jamás se me cataloga como una escritora que tenga que ver con algo político, porque no consideramos los temas que trabajo como algo que afecte ese ámbito. Para mí hay mucho de intimidad en nuestra manera de ser seres políticos y el dejarme fuera de esta esfera de lo que consideramos político o no, me da la oportunidad de escribir sobre lo que me da la gana, y eso también nos da la posibilidad de abrir los debates y poner el foco en estos otros temas, y eso me parece estupendo.
Por otro lado, Caliente es un libro que me sorprende porque hoy mismo hay un club de lectura en Valencia, otro en Tirona, otro en Galicia, es un libro que se lee sobre todo en clubes de lectura, clubes para mujeres un poco mayores que tú y yo. Aunque sea un libro que yo no escribí desde un afán político, sí que es un libro que se está leyendo en clubes para que mujeres mayores puedan hablar de temas que, a lo mejor, han sido tabú para ellas. Es un libro que sigue teniendo recorrido, no tanto en prensa o en actos, sino en clubes, eso para mí es muy importante.
Volviendo a Poesía masculina, creo que es el libro que mejor conecta lo que hice de adolescente, de más joven y lo que estoy empezando a ser ahora. Ese libro me puso en un lugar diferente con respecto a lo que yo pensaba que era mi papel en la poesía española.
Sé que me ha puesto en un lugar que a mucha gente le incomoda, no ha habido reseñas, no ha habido muchas críticas, pero sí que ha habido muchas lectoras y eso también me gusta, esa cosa de ver que aquello con lo que te has divertido tú, se está divirtiendo muchas personas, pero no son las personas que mandan, no son los críticos de poesía, hombres en su mayoría, de los grandes medios españoles. Yo prefiero no estar ahí, antes cuando una era más joven, sí que aspira, ¿no? A que le reseñen cosas importantes y a pasar por ciertos filtros y cuando te das cuenta de que esos filtros no hacen falta, porque realmente vínculos como el que me une a Claudia Apablaza (editora de Los libros de la mujer rota), o a otras personas, que no vienen del estar ahí en los lugares en los que se supone que hay que estar como escritor, vienen de internet, de lugares más al margen de la norma, eso genera un orgullo, no necesitar la aprobación del que está allá arriba, eso también es político y liberador.

Foto de Luna Miguel, créditos a Monika Sed
Socializar la lectura
Luna Miguel empieza a hablar de lectura y se apasiona, los movimientos de su cuerpo completo acompañan esa pasión que tiene para poner en palabras la importancia que tiene compartir y habitar la lectura como parte central de su trabajo como escritora.
Luna bromea con su propia bienvenida a Chile en una fiesta de escritores, editores y personas del círculo literario, de nuevo se ríe de sí misma, siempre muy consciente, no solo del lugar que ocupa dentro de la literatura, sino también de lo que representa y cómo es percibida por les demás
Hoy mismo, continúa Luna, Jazmina Barrera ha escrito un texto muy bonito sobre los clubes de lectura para darnos cuenta de que del mismo modo que tenemos en la cabeza que el escritor debe socializar con escritores e ir a fiestas con editores y escritores y no sé cuánto.
Asimismo, hay que entender que los lectores deben socializar con otros lectores, y de esto va Leer Mata al final, la lectura bulímica no te sirve de nada si no tienes con quien compartirla, si no tienes a quien decirle he leído esto, vamos a hablar de estos temas que le obsesionan a tal personaje de tal libro, vamos a reunirnos para conversar sobre estas cosas. Tenemos muy asociado la figura del lector como una cosa que se hace en solitario, pero precisamente porque se hace en solitario, porque pasamos tantas horas a solas leyendo.
Este resurgir de los clubes de lectura, de los lugares en los que hablan los lectores y no los escritores me parece superimportante porque también está eso como el escritor aquí, el editor aquí, todo el mundo aquí y el lector aquí venga compra, compra, compra, pero se necesitan espacios en los que los lectores se reúnan, hablen, compartan y de esto ha hecho mucho bien Instagram con esto de los clubes de lectura online, como es el de Emma Watson, a quien siempre le agradeceré esa iniciativa que cambió la forma de hablar de libros en redes sociales y también la manera de relacionarse de los lectores, donde también hay mucha pelea y mucho de todo, como en todas partes.
¿Crees que es posible habitar tus propias políticas entre el cuerpo, el deseo y lo afectivo?
Ahora mismo siento que me pasa que no sé no hablar de esos temas. Antes estábamos paseando por la ciudad y hablábamos con Ernesto de una propuesta que me había hecho un editor de un libro que tiene que ver con lo epistolar. Acá mismo en Leer mata, hay cartas de ella a su amante, en El coloquio de las perras, mi primera obra de teatro es toda cartas, lo epistolar siempre ha estado ahí. Entonces este editor me proponía hacer algo desde ahí no, entre lo ensayístico y lo epistolar. Es una propuesta muy chula y entonces pienso en cómo no caer en lo que ya he dicho, lo que ya he contado. Cada vez que pienso en el intercambio epistolar con otro escritor o con otra persona y es inevitable que vuelvan esos temas para mí. Pensaba en si yo tuviera que escribirle una carta a mi hijo, de qué cosas le hablaría con él, pues acabaría hablando de vínculos, de sexualidad, acabaría hablando de lectura y acabaría hablando de muerte con él. Esos son mis temas, no puedo huir de ellos. La cuestión es con qué formato y acá a lo mejor es donde más extremado está, por eso acá he decidido divertirme con el formato de notas al pie, de locura, de mezclar todos los géneros posibles porque me parecía divertido hacerlo así.
Te defines como una trabajadora de la lectura, pero si pudieras elegir otro oficio que también tuviese relación con los libros, ¿cuál elegirías?
Siempre he huido de la docencia. En mi familia, mi abuela y mi padre eran profesores de lengua y literatura, todos mis tíos son profesores también, mi abuelo, y mi pareja. Por alguna razón he huido de esto de enseñar, pero con los clubes de lectura empiezo a pensar en que quizás la docencia es parte de mis genes. Si no hubiese estudiado periodismo y hubiese decidido estudiar filología, ahora mismo sería profesora de lengua en un Instituto.
Siendo trabajadora de la lectura, ¿tienes métodos que te permiten mantener un orden o eres más bien una lectora caótica?
Va por épocas, ahora estoy un poco caótica, sí, pero tengo ganas de sentarme a escribir, estoy un poco harta de leer, llevo muchos meses solo leyendo y estoy en ese momento de decir: déjalo todo, quédate con los tres o cuatro libros que te van a servir para tu libro y siéntate a escribir, entonces depende de la época.
En mi casa, por ejemplo, están ordenadas en torres todas las cosas que sé que voy a estar necesitando, por acá todas las escritoras estadounidenses del siglo xx que sé que me interesan por lo estilístico, voy poniendo grupitos y así. Lo que hago es desordenar la biblioteca una y otra vez, hasta el punto de ya no saber qué leí y que no y esa es mi técnica, en verdad sí soy muy desordenada… bueno el orden me lo guardaré para no develar el secreto de mi escritura (risas).
Luego veo que hay una inercia que sí me lleva a ser ordenada, pero que es muy aleatoria y no sabría explicarlo ahora mismo. Para el club de lectura sí que me impongo en preparar bibliografía, dependiendo del libro, etc., pero eso lo veo para otras personas, no para mí misma.
En esta tarea de generar referencias, ¿podrías contarnos un poco acerca de tus referentes literarios?
Siempre te acompaña mucha gente en los procesos de escritura (se detiene), va ser mega obvio, pero si me pongo a pensar en alguien que ha estado ahí desde el inicio en mis procesos de escritura, y de mi formación como lectora, a quién releo constantemente, y a cuyos diarios vuelvo una y otra vez para saber qué pensaba de las lecturas que estoy practicando yo –como me pasó con el Ulises que volví una y otra vez a las lecturas que hizo James Joyce–, es Alejandra Pizarnik. Ahora, con el 50 aniversario de su suicidio, han publicado muchas cosas y he estado pendiente de los libros que han salido en Lumen.
En enero habrá un festival en una ciudad catalana muy del norte, en la frontera ya con Francia, dedicado a Pizarnik, cada año se dedica a un poeta maldito y este año se lo dedican a ella. Voy a dar una conferencia en esa instancia, una que llevo ya preparando un rato, casi desde la escritura de Leer mata donde ella fue fundamental. Esto será una conferencia en torno a Pizarnik como pensadora porque me da la sensación de que este asunto de la chica joven que se quita la vida, loca, bisexual, etc., todas estas etiquetas la han dejado en algún punto relegada a ciertos espacios, quizás infantilizada también. Así que en esta oportunidad, estarán los textos, sus cartas, sus diarios, para ver un poco el trabajo que hizo también como teórica de la literatura.
Pizarnik es una figura que en cada época me ha afectado de alguna manera, por sus temas o su manera de escribir o por lo cabrona que es hablando de algunos escritores o por su enemistad con Elena Garro, que me sirvió en el Coloquio de las perras para hablar de que no por ser mujeres nos tenemos que llevar todas bien, etc. Es alguien que siempre ha estado ahí en todo lo que he hecho desde los 15 años, además me interesa también sacarla del cliché, y sacarme a mí también del cliché de lectora de Pizarnik, ¿eso se puede hacer?, no lo sé, aquí puede pasar un poco lo mismo con Bolaño, ¿Se puede salir del cliché bolañesco? Me pregunta riendo, no lo sé, no tanto, le respondo.
¿Cómo llega Leer mata a Chile, a una editorial independiente como Los libros de la mujer rota?
A Claudia Apablaza la conocí como escritora, ella frecuentaba mucho un círculo de escritores latinoamericanos en Madrid y en Barcelona que se juntaba mucho con Ana Pareja, en ese tiempo editora de Alpha Decay, a través de ella conocí a Claudia. Pasaron los años y ella siempre me enviaba libros desde Chile, los Libros de la mujer rota. Claudia es una de las primeras editoras en trabajar en castellano a la generación de Tao Lin, es de hecho la primera en publicar a toda esta generación de escritores estadounidenses con los que yo tuve mucha relación por allá por el 2009-2010. Ella siempre me decía que no publicaba poesía, pero que si alguna vez me interesaba escribir ensayo, narrativa, que supiera que Los libros de la mujer rota es tu casa porque le gusta mucho, no solo cómo pienso, sino también lo que hago.
Una de joven, muchas veces firma derechos para todo el mundo y es como ¡Dios mío!, mis libros al final no van a llegar de esta manera. Toda mi ficción está por Penguin. Entonces, cuando empiezo a escribir Leer mata, y lo saco por una editorial independiente española, estaba sorprendida de verme ahí escribiendo todo eso. Así que le escribí a Claudia y le dije: oye mira, toma, creo que te puede interesar. Yo soy muy fan de Arelis Uribe, Patricia de Souza, ambas parte del excelente catálogo de su editorial. Pero más allá de todo lo literario, agradezco mucho su pasión por conectar a la gente, me siento cuidada por ella como editora, por esta red que me tiene aquí hoy.
Por último, Luna, ¿qué estás leyendo?
Precisamente por la muerte de Deli, venía leyendo los fragmentos del Libro contra la muerte, de Elias Canetti, porque tiene un montón de fragmentos de toda su escritura, de todos diarios recopilados por Ignacio Echeverría, a propósito de la muerte en la literatura y de sus pensamientos sobre la muerte y es lo que venía leyendo en el avión. Volar 13 horas leyendo eso, ha sido un poco mi duelo.
Aunque también me he traído muchas cosas de la feria del libro de Guadalajara y sé que me voy a llevar muchas cosas de la furia del libro. Estoy deseando estar solita en mi casa en navidad leyendo todo lo que me llevaré de México y Chile.


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