Pensar y pensar la lengua
Diamela Eltit
Texto de presentación leído el 12 de enero del 2023.
Los géneros literarios poesía y narrativa, están marcadas por una larga historia de la diversidad que porta en su interior cada uno de ellos y, en ese sentido, están en permanente revisión y aún de expansión. Sus nombres varían, los estudiosos de los textos generan nuevos términos, se insertan categorías para definir formas expansivas o bien repensar lo mismo bajo una nueva nominación. No se trata solo del paradigma, digamos, moderno, fundado en las categorías literarias de poesía y narrativa, sino más bien de las inflexiones en los géneros mismos que abren nuevos subgéneros que adquieren sucesivas nominaciones. Pero quiero detenerme en la narrativa. No aludo a las estrategias literarias en el interior del género, sino a la posición narrativa. Y me refiero muy particularmente en el auge de ciertos, es un decir, subgéneros, o la dirección específica de los géneros conectados hoy a lo que sucesivamente fue catalogado en un orden más tradicional o más convencional como autobiografía, pero más adelante se incorporaron diversos nombres que aluden a lo mismo o a lo semejante: literatura de yo o la autoficción.
Pienso que la mundialización neoliberal que, en definitiva, se funda en lo individual como eje, se inscribe y recorre todos los espacios, cada uno de ellos y es también perceptible en la producción literaria y de las artes. Hay que entender que la literatura no está exenta del impacto de la hegemonía de su tiempo y, en ese sentido, parte importante de las producciones ingresan en este ámbito. Me parece necesario señalar que el ímpetu masivo de estas literaturas conserva una linealidad con el sistema que nos rige, pero en su interior existen diferencias de “yoes”, me refiero a aquellos textos que portan sentidos plurales
La escritora francesa Annie Ernaux, ha sido reconocida recientemente con el Premio Nobel, por su obra fundada, es un decir, en sus experiencias vitales, experiencias que han originado distintos libros, su aborto, la muerte de su padre, su hermana muerta, su amante, entre otros. Pero lo que caracteriza y a su vez diferencia sus posiciones o exposiciones autobiográficas de Ernaux, es que transcurren muy despojadas de un sentimentalismo común, más bien están fundadas en un yo que esquiva y reserva su emotividad. O dicho de otra manera, sus libros se construyen mediante una distancia del yo que elabora, con lo que podríamos entender como su yo, pero con el que dialoga desde su propia distancia. Esta específica posición autobiográfica, ya había sido recorrida en algunos textos, con idénticas estrategias por Simone de Beauvoir o Marguerite Duras, autoras a su vez, de literaturas de ficción.
Historia de mi lengua de Claudia Apablaza, editada por Overol, comparte, desde mi perspectiva, el territorio de las literaturas del yo o autoficción, lo hace apelando a una forma (la distancia semejante al de las autoras francesas) pero, desde ese lugar, contiene también aspectos que caracterizan a los llamados géneros híbridos por la conceptualización teórica que el texto contiene.
Utilizando el fragmento como estructura narrativa, el texto se detiene en lo orgánico: boca, dientes, lengua. Y aparece lo que entendemos por un tipo de frenillo, (pienso que ese nombre “frenillo” digo, en “español-chileno” habría sido muy productivo para la conceptualización del texto) frenillo que existe para reparar los excesos de la infancia, corregirlos y así “salvar” los dientes. El frenillo incomoda. Detiene.
Pero ¿cuál es el exceso de la primera infancia que determina a la adulta?: el chupete. Quiero detenerme en este objeto. Según el Ministerio de Salud de Argentina “El chupete aparece en la cultura como objeto alternativo a la succión, buscando ejercitar la succión no nutritiva, aplacar la ansiedad e indirectamente, producir el placer que tranquiliza al bebé”. El mismo texto asegura que: “Existe bibliografía que sugiere un efecto protector en los lactantes para disminuir el riesgo de muerte súbita. Teniendo en cuenta la teoría multicausal, el uso del chupete sería beneficioso al facilitar los microdespertares, modificar el control autonómico durante el sueño y mantener permeable su vía aérea”.
Desde luego la madre o más precisamente el pezón es lo que ese chupete cita mientras el texto transita entre la madre, la hija (ella misma) su hija (de ella misma) que actúan como succiones de memoria o bien alimentan el presente en la figura de la niña: nutrir a la niña (los útiles escolares) y, dese luego, más allá del contexto, esa búsqueda materna está impresa en la cita a la sicoanalista de niños, Melanie Klein y el embarazo de la propia narradora incorporado como título ¿de nutrición?
Pero lo que el texto en un pliegue nos propone es que la biología se desplace hacia ejes culturales para establecer allí soportes simbólicos y poéticos, el viaje al que texto, en una de sus partes, invita es viajar al habla y del habla a lengua como dispositivo cultural. Se puede pensar que las hablas mantienen diferencias con la misma lengua, como el texto señala cuando se refiere al español de España y el español de Chile, quiero decir que el habla en España de una chilena, es distinta y en algún tramo puede resultar ininteligible más allá de que habitemos el imperio de lengua española o dicho de otra manera las hablas colonizadas intervienen la rigidez de la lengua del colonizador.
Y en otro espacio se despliega la escritura como interrogante, como zona insegura, aparece el género como dilema, básicamente la novela, ¿qué es una novela? Parece ser una pregunta latente y me atrevería a decir parafraseando a la escritora estadounidense Gertrude Stein: una novela es una novela es una novela. Y la lectura del marido y sus comentarios acerca de la escritura que se centra en el fragmento que es el dispositivo que el texto utiliza para avanzar sobre sí mismo, pero, a su vez, muestra precisamente la independencia del marido y la autoridad de la narradora sobre su texto.
Entonces lengua, dientes oprimidos por el frenillo, remiten al habla y a la lengua que se trenzan para encontrar el sentido o darle sentido al texto. O sacar el texto de sí mismo y proyectarlo. Pensar el chupete como dispositivo que puede deformar, pero también, según el Ministerio de Salud argentino es posible que evite la muerte súbita, quiero decir la muerte del texto y ese uso permita un tipo de succión placentera de la letra que solo las escritoras y los escritores conocemos muy bien.


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