Epílogo
Raffaella Fernández
Cuarto de desechos: una obra que dejó muchas marcas
Tradicionalmente se dice que Carolina Maria de Jesus (1914?- 1977) fue descubierta por el periodista Audálio Dantas (1929-2018), pero, como proponen intérpretes recientes de la autora, bien se puede afirmar lo contrario. En abril de 1958, el joven Audálio, que trabajaba para los periódicos Folhas, visitó la favela de Canindé, en São Paulo, para hacer un reportaje. Al notar la presencia del periodista, Carolina comenzó a vociferar contra unos hombres que estaban ocupando el parque para niños recientemente instalado en la favela. Les gritaba que iba a incluir sus nombres en el libro que estaba escribiendo. Sus palabras surtieron efecto. Audálio sintió curiosidad por saber de qué libro hablaba esta mujer negra imponente. Carolina llevó al periodista al rancho que construyó con sus propias manos y le mostró una serie de cuadernos en los que había venido registrando sus escritos literarios (poesías, canciones, obras de teatro, narraciones en prosa) y un diario. Dantas se interesó por este último. El periodista decidió dedicar su reportaje a Carolina, publicó algunos fragmentos del diario en el periódico y le pidió a la autora continuar con la escritura de este. Dos años después, en 1960, la entonces prestigiosa editorial Francisco Alves publicó Cuarto de desechos: diario de una favelada, una selección de poco menos de doscientas páginas, hecha por Audálio, de los diarios de Carolina, a partir de los veinte cuadernos que habría recibido de ella*. La acogida fue inmediata. En los primeros seis meses, el libro vendió más de noventa mil copias. Se convirtió en el mayor éxito editorial de la historia brasileña hasta ese momento y fue traducido a catorce idiomas y vendido en cuarenta países, por lo que alcanzó una popularidad en el extranjero solo comparable con la de Jorge Amado*.
El título del libro se refiere a una metáfora empleada repetidamente en los diarios para definir la favela. Carolina propone pensar la ciudad de São Paulo como una casa. Algunas veces se refiere a la parte urbanizada de la ciudad, de forma general, como la sala de visitas; en otras, propone divisiones más detalladas, por ejemplo, «el Palacio es la sala de visitas. La Alcaldía es el comedor y la ciudad es el jardín». Ya sea en una u otra versión, la parte urbanizada de la ciudad es comprendida como aquel lugar donde se encuentran las cosas de valor y dignas de mostrar, en contraposición a ese otro lugar de la casa donde se coloca la basura o lo que se ha vuelto obsoleto y que, por tanto, debe permanecer oculto. Ese otro lugar es el «cuarto de desechos». Cabe resaltar que la palabra que traducimos por ‘desechos’, despejo, significa en portugués también ‘desahucio’, la acción de expulsar a alguien del lugar donde vive. De esta manera, la metáfora del cuarto de desechos se conecta con un fenómeno histórico concreto: la expulsión de personas pobres de las casas colectivas donde vivían en zonas estratégicas de São Paulo, en 1948, para dar lugar a la construcción de edificios nuevos, como parte del proceso de modernización que vivía la ciudad en vísperas de su cuadragésimo centenario. Carolina es parte de los expulsados que pasaron a vivir en ranchos improvisados en la favela de Canindé, que quedaba ubicada a orillas del río Tietê, en los límites de la ciudad de la época. A ese hecho hace referencia la autora tanto en partes de los dos libros de diarios, que publicamos en este volumen, como al comienzo del relato «Favela», que también forma parte de la presente edición.
La imagen del cuarto de desechos es, por tanto, rica en sentidos y es muestra de la agudeza y creatividad de una autora cuya importancia muchas veces ha querido ser reducida a la de haber dado un testimonio de lo que significaba ser habitante de una favela. De hecho, durante mucho tiempo, tanto los grandes medios de comunicación como los círculos políticos e intelectuales no concibieron la posibilidad de que Carolina pudiera hacer algo más que representar a la favela y actuar como favelada. Al respecto, es expresivo el hecho de que, luego del lanzamiento de Cuarto de desechos, librerías y programas de televisión hayan montado escenarios que recreaban los ranchitos de la favela para recibir a la escritora. Paradójicamente, el deseo de Carolina siempre fue salir de ese lugar y lo hizo tan pronto como le fue posible. Su salida de Canindé no fue pacífica, pues, el día de la mudanza, sus antiguos vecinos le lanzaron piedras debido a las críticas que les había hecho en su libro. Como lo atestiguan las páginas de sus diarios, las relaciones de Carolina con los favelados nunca fueron fáciles. Esto no quiere decir que, por momentos, Carolina no haya expresado también simpatía e incluso se haya identificado con ellos, pero esa identificación nunca fue completa. De ahí el error de querer hacer de Carolina una metáfora de la favela. El vínculo de la autora con esta sería mejor comprendido en términos de metonimia, es decir, como identidad relacional antes que identificatoria*.
La falta de interés en una Carolina fuera de la favela ayuda a entender la indiferencia por la producción de la autora más allá de Cuarto de desechos. Pasada la novedad de esta publicación, la escritora cayó en el olvido. Para que esto ocurriera, contribuyó también el comienzo de la dictadura civil-militar en 1964, momento a partir del cual, como dice el historiador José Carlos Sebe Bom Meihy, dejó de interesar difundir una figura potencialmente subversiva, como la de la autora*. Cabe agregar que, si la derecha identificaba a Carolina como potencialmente subversiva, para la intelectualidad de izquierda de la época ella resultaba demasiado conservadora*, por lo cual tampoco se interesó en recuperar su memoria.
Carolina nunca se resignó a ocupar el lugar que le indicaban. Siempre defendió su independencia, asumiendo posiciones que, ciertamente, no estaban libres de contradicción, lo que le costaría la pérdida de apoyos y ser relegada a un segundo plano. En ese lugar permaneció hasta las últimas dos décadas, cuando volvió a tener destaque, debido, principalmente, al reconocimiento de gran antecesora que le dieron escritores vinculados al movimiento negro o a la llamada literatura periférica, uno de los fenómenos culturales más importantes ocurridos en Brasil en los últimos tiempos. Autores como Conceição Evaristo, Elisa Lucinda, Sérgio Vaz o Allan da Rosa retoman a Carolina porque reconocen en ella no solo a una importante voz testimonial, sino a una extraordinaria escritora de literatura y a una artista integral.El presente volumen sigue ese movimiento de recuperación de la obra de Carolina, desde una nueva perspectiva, y busca ayudar a ampliarlo más allá de las fronteras brasileñas.
La trayectoria de una escritora formada al margen
Carolina Maria de Jesus nació en la ciudad de Sacramento, al sur del estado de Minas Gerais, en el seno de una familia rural, negra y descendiente de exesclavos. Probablemente el año de su nacimiento fue 1914, pero no hay seguridad al respecto, debido a la falta de registro, algo que era normal entre las personas negras de la época. En Diário de Bitita, la autora hace referencia a este hecho: «solo los blancos son considerados brasileños. Nadie en mi familia tenía registro. No era necesario el certificado de defunción para enterrar a los muertos»*.
Fue especialmente cercana al abuelo, quien constituye la mayor parte de sus gratos —si bien escasos— recuerdos de infancia. Según Carolina, su abuelo, Benedito José da Silva, era visto como un Sócrates africano*, un negro inteligente y respetado incluso por los blancos ricos de la región. Los dos pasaban largas horas en el campo charlando sobre cuentos populares, sobre la esclavitud y discutiendo historias. Carolina entró en contacto con un vasto acervo de tradición oral a través de su abuelo. Podemos suponer que este despertó en ella el deseo de ser también una contadora de historias.
Igualmente importante en su formación como escritora fue su breve paso por el colegio. Carolina solo tuvo la posibilidad de cursar dos años de educación formal, pero estos le bastaron para convertirse en una ávida lectora. En su contexto, resultaba tan inusitado que una joven negra leyera que Carolina fue acusada por un grupo de hombres de andar con libros de brujería, motivo por el cual fue enviada a prisión junto con su madre, que intentó defenderla. En la cárcel, las dos pasaron varios días sin comer y fueron brutalmente golpeadas, incluso a la madre le rompieron un brazo. No fue el único paso de la joven Carolina por la cárcel, debido a prejuicios sociales. En otra ocasión, fue detenida porque el padre del pueblo la acusó de un robo que, posteriormente, se comprobó que no había cometido.
Acontecimientos como estos motivaron a Carolina a dejar Sacramento, en 1937, y a emprender un arduo viaje a pie hasta la ciudad de São Paulo, que se encontraba a una distancia de quinientos kilómetros aproximadamente. Los pueblos por los que pasó tienen hoy calles con el nombre de la autora. Una vez en São Paulo, trabajó en lo que pudo para subsistir. Fue empleada doméstica en varias casas de familia, entre ellas, la del prestigioso cardiólogo brasileño Euryclides de Jesus Zerbini, el primero en realizar un trasplante de corazón en Brasil. Durante el periodo que trabajó en casa del doctor, Carolina tuvo acceso a su nutrida biblioteca, lo cual le permitió alimentar su pasión lectora; era habitual que pasara el tiempo de descanso leyendo cuanto libro estuviera a su alcance.
En 1947, quedó embarazada de su primer hijo, motivo por el cual se vio imposibilitada de seguir trabajando como empleada en casas de familia. En 1948, la demolición de la casa donde vivía y el deseo de encontrar un lugar fijo donde residir con su futuro hijo la llevaron a instalarse en la favela de Canindé. Allí dio a luz a João José, así como a sus otros dos hijos, José Carlos, en 1949, y Vera Eunice, en 1953. Los tres fueron producto de relaciones amorosas que Carolina sostuvo con diferentes hombres extranjeros. Como se puede leer en sus diarios, la autora sostenía fuertes opiniones en contra del matrimonio, y si no se casó fue por decisión propia.
La pobreza y la precaria vida en la favela la llevaron a convertirse en recicladora. Encontró en los basureros no solo los materiales desechados con los que construyó su casa, sino también la manera de sustentarse y de garantizar la supervivencia de sus hijos. Sola o acompañada por ellos, salía a recoger cuanto encontraba en las calles: papeles, cartones y chatarras para vender, así como comida en distintos estados de descomposición y utensilios domésticos.
En sus maratónicas caminatas en busca de materiales reciclables, recogía también libros, revistas y periódicos que guardaba para leer, así como papeles y cuadernos en los que fue registrando su obra de manera desorganizada. Mezclaba fragmentos de diferentes tipos de textos y aprovechaba hasta el último espacio en blanco para escribir. En diferentes ocasiones, Carolina intentó publicar sus obras sin obtener éxito, hasta su encuentro con Audálio que, como se dijo, editó, en 1960, Cuarto de desechos: diario de una favelada, la obra que la llevó al estrellato.
En 1961, salió a la venta su segundo libro, Casa de ladrillos: diario de una ex favelada, el cual también está incluido en el presente volumen. En esta obra se encuentra detallada la transición geográfica y social de la autora, que pasó de los márgenes hacia el centro de la sociedad. En cierta forma, el libro narra la realización de los sueños de Carolina: el sueño de tener una casa propia, de poder alimentar a sus hijos, de ser reconocida como escritora. Pero es también la narración del descubrimiento, por parte de ella, de que estar en «la sala de visitas» de la ciudad no es siempre ni bello ni tranquilo, principalmente si se es una mujer negra salida del «cuarto de desechos». Esto la lleva a revisar algunas de sus posiciones y pensamientos. Casa de ladrillos puede ser leída, entre otras formas, como una etnografía absolutamente inusual de una parte de la clase media y alta de Brasil.
Tras la escasa repercusión que obtuvo Casa de ladrillos, la editorial Francisco Alves decidió no publicar más libros de Carolina. Audálio Dantas tampoco editó más textos suyos, pues las tensiones entre los dos se agravaron. Carolina se sentía controlada por Audálio y este consideraba a la escritora una persona arrogante e irascible que no seguía consejos. Durante lo restante de su vida, Carolina solo logró publicar dos libros más, ambos en 1963, Pedaços da fome [Pedazos de hambre], una novela cuyo título original era A felizarda [La suertuda], pero que el editor decidió cambiar, así como parte de la estructura de la obra, en busca de un éxito comercial que, finalmente, no logró; y el libro Proverbios, una antología de sentencias y refranes, cuya edición independiente fue financiada por la propia autora. Este libro tampoco obtuvo éxito.
En 1962, Carolina compró un terreno en Parelheiros, distrito a las afueras de São Paulo, donde se dedicó a plantar, a criar algunos animales y comenzó a construir una casa, a la cual, luego de muchos esfuerzos, debido a los problemas económicos que enfrentaba, terminó por mudarse. Allí vivió de forma modesta hasta su muerte, ocurrida en 1977, producida por un ataque de asma. Había cumplido sesenta y tres años (según su fecha probable de nacimiento) y, pese a los problemas, nunca había dejado de escribir.
Una obra en proceso de descubrimiento
En 1972, las periodistas Maryvonne Lapouge, de Francia, y Clélia Pisa, de Brasil, fueron a entrevistar a Carolina a su casa de Parelheiros y recibieron de sus manos dos cuadernos, que contenían poemas, narrativas autobiográficas y textos ficcionales. Los cuadernos fueron llevados a Francia, donde, en 1982, años después de su muerte, se publicaron como una selección de las narrativas autobiográficas, relativas al periodo de infancia de la autora en Sacramento, con el título en francés Journal de Bitita —Bitita era el apodo de la autora cuando niña—. La editorial Alfaguara publicó la traducción al español de esta obra dos años después, con el título Diario de Bitita. Solo en 1986 apareció la traducción al portugués con ese mismo nombre, a pesar de tratarse de un libro de memorias y no de diarios, porque esta última denominación permitía recuperar la conocida imagen de Carolina diarista. En Francia, aunque no llegó a ser un bestseller, el libro obtuvo el premio de las lectoras de la revista Elle y, según recuerda su editora Anne-Marie Métailié, tuvo una buena repercusión en la prensa*. En Brasil el interés fue escaso. En los años posteriores a su muerte, la obra de Carolina recibió más atención en algunos lugares del extranjero que en su país. De hecho, según el historiador Robert M. Levine, de la Universidad de Miami, mientras que en Brasil Cuarto de desechos paró de editarse en 1976, en Estados Unidos y muchos países de Europa nunca dejó de ser publicado*.
Al comienzo de la década de los noventa, el interés de Robert M. Levine por Carolina lo llevó a entrar en contacto con su amigo José Carlos Sebe Bom Meihy, profesor de historia en la Universidad de São Paulo, con quien empezó a discutir sobre la escritora. Tiempo después, ambos historiadores emprendieron la primera investigación con profundidad dedicada a la vida y obra de Carolina, la cual fue publicada con el nombre Cinderela negra, a saga de Carolina Maria de Jesus, en Brasil, en 1994, y The Life and Death of Carolina Maria de Jesus, en Estados Unidos, en 1995. Durante su investigación, Levine y Meihy conocieron a Vera Eunice de Jesus Lima, la hija de Carolina, quien acabaría por entregarles un conjunto de cuadernos de escritos de su madre (más de cuatro mil páginas) que había preservado. A partir de estos, los historiadores organizaron dos publicaciones aparecidas en 1996. La primera, Meu estranho diário [Mi extraño diario], fue una antología de diarios de Carolina, literalmente transcritos, que van de 1958 a 1963. La importancia de este libro radica, en buena medida, en dar a conocer versiones completas, es decir, anteriores a los grandes recortes realizados por Audálio de entradas del diario de Carolina que forman parte de Cuarto de desechos y Casa de ladrillos. La segunda publicación fue una selección de poemas titulada Antologia pessoal [Antología personal]. Los trabajos de Levine y Meihy pueden ser considerados el impulso inicial en el lento proceso de revalorización de la obra de la escritora.
Investigadores más recientes, entre los que se destacan los nombres de Elzira Perpétua y Rafaella Fernández, han demostrado la importancia de que se estudien y divulguen los cuadernos manuscritos que dejó Carolina, pues a partir de ellos se amplía y modifica radicalmente la perspectiva sobre su producción, que permanece en su mayor parte inédita. Además, la parte publicada fue definida, casi en su totalidad, por los editores, sin considerar la opinión de la autora. Esto último, sin embargo, no quiere decir que Carolina haya sido una invención de sus editores, en particular de Audálio Dantas, como sugirió el crítico Wilson Martins. Según Martins, no se podía creer que una persona como Carolina hubiera usado expresiones como «astro rey», astrorei, en lugar de «sol» simplemente. Él afirmaba que frases como «me ablucioné y entré al lecho», «abluí-me e aleitei-me» en portugués, solo «podían ser una cosa de periodista»*. Audálio respondió insistiendo que, como había dicho en el prefacio original de Cuarto de desechos, él solo suprimió fragmentos y frases del diario, sin cambiar ni agregar nada. El periodista contó con el respaldo de dos poetas reconocidos, Ferreira Gullar y Manuel Bandeira. Este último escribió: «Hay en estas páginas ciertos errores, ciertas impropiedades de expresión, ciertos pedantismos de instrucción primaria hecha por la mitad, que son de flagrante autenticidad, imposible de inventar»*. El acceso que se tiene hoy a los cuadernos de Carolina permite comprobar que fragmentos como los referidos por Wilson Martins fueron efectivamente escritos por ella.
Si bien actualmente ya no es posible afirmar que Carolina fue un invento de Audálio, no se puede dejar de reconocer que este tuvo una intervención decisiva en la elaboración tanto de Cuarto de desechos como de Casa de ladrillos. Como ha mostrado Elzira Perpétua, en el artículo «Aquém do Quarto de despejo: a palavra de Carolina Maria de Jesus nos manuscritos de seu diário» y en el libro A vida escrita de Carolina Maria de Jesus, Audálio no solo hizo importantes recortes en los escritos de Carolina (los cuales no siempre dejó señalados), sino que realizó alteraciones en la puntuación, la ortografía y, aunque en menor medida, en el vocabulario. Además, fue determinante en la elección del género y la forma cómo este debía ser trabajado.
Como observa Perpétua, Carolina y Audálio tenían opiniones diferentes sobre lo que debía ser publicado. Carolina quería publicar sus obras literarias y Audálio le insistía en que publicara diarios con apuntes de lo que veía a su alrededor (primero en la favela y luego fuera de esta). A esto se debe seguramente que los diarios parezcan más los cuadernos de campo de un etnógrafo, que apunta lo que observa a su alrededor, que un diario íntimo, pues los textos de carácter más introspectivo aparecen en pequeña medida. Dicho esto, cabe recordar que si bien Carolina escribe diarios por estímulo de Audálio, ya antes de conocer al periodista había escrito textos de este género. Entonces, la idea de escribir un diario tampoco fue una pura invención de Audálio, aunque el valor que él y Carolina le daban a este tipo de texto era muy diferente.
Por lo antes mencionado, en el caso de Cuarto de desechos y Casa de ladrillos tal vez lo más adecuado sea hablar de una doble autoría.
Decir que estos libros son solo de Audálio sería reafirmar el prejuicio de los que supusieron que la escritura de Carolina era un invento del periodista, pero, al mismo tiempo, no se puede dejar de reconocer la mediación de Audálio que dio forma a los textos según lo que consideraba tendría un mayor impacto editorial —y no se puede negar que su elección fue eficaz en ese sentido—. Como se observó, la relación entre Audálio y Carolina se rompió poco tiempo después de la publicación de Casa de ladrillos. Aunque de forma atenuada, los choques de intereses y de visiones entre uno y otro aparecen registrados en esta última obra, y es uno de los motivos que la hacen tan interesante.
Las discusiones sobre la autoría no disminuyen la importancia de Cuarto de desechos ni de Casa de ladrillos. El primer libro, como escribe Meredith Louise Wrigley, «sigue siendo un texto sumamente importante y debería tener una posición más prominente dentro del canon literario y sociológico no solo brasileño sino también mundial»*. De hecho, en Brasil, son cada vez menos los que se atreven a negar la importancia de Cuarto de desechos tanto para la literatura como para otras áreas del conocimiento. Una muestra del reconocimiento que ha alcanzado esta obra en los últimos años es su inclusión en la lista de lecturas obligatorias para el examen de ingreso a varias universidades brasileñas, como la Estadual de Campinas. Pero hoy no solo hay un renovado interés por Cuarto de desechos, sino que cada vez se presta más atención a otras Carolinas. En la actualidad, el nombre de la autora ya no es vinculable a un único texto, sino que se reconoce la existencia de una vasta y variada producción, cuya mayor parte aún está por editar.
*Dantas, Audálio. «Atualidade do mundo de Carolina». En Quarto de despejo: diário de uma favelada (São Paulo: Ática, 1993), 3.
*Levine, Robert M. y Meihy, José Carlos Sebe Bom. The Life and Death of Carolina Maria de Jesus (Albuquerque: University of New Mexico Press, 1995), 50.
*Sobre la diferencia entre metáfora y metonimia, véase Penna, João Camillo. Escritos da sobrevivência (Rio de Janeiro: 7Letras, 2013), 110-111.
*Meihy, José Carlos Sebe Bom. «Repensando Carolina Maria de Jesus». Diversitas 1, n.º 3, 523
*Levine y Meihy, op. cit., p. 8.
*Jesus, Carolina Maria de. Diário de Bitita (Rio de Janeiro: Nova Fronteira, 1986), 21.
*Ibid., 119.
*Fernandez, Raffaella. «Entrevista com Ane-Marie Métailié». Scripta 18, n.º 35 (2014): 295.
*Levine y Meihy, op. cit., 8.
*Fernández, Raffaella. Processo criativo nos manuscritos do espólio literário de Carolina Maria de Jesus. Tesis de doctorado. Instituto de Estudos da Linguagem, Universidade Estadual de Campinas, 2015, 89.
*Ibid.
*Wrigley, Meredith. Más allá de la basura: La representación y la voz del recolector informal de materiales reciclables en textos escritos y fílmicos de tres países sudamericanos. Tesis de doctorado. School of Languages, Histories and Cultures Faculty of Humanities and Social Sciences, La Trobe University, 2015, 107.

Raffaella Fernandez (@raffaellafernandez). Investigadora del Instituto de Estudios Brasileños de la USP y miembro del consejo editorial de la Companhia das Letras, que está organizando y publicando la obra completa de Carolina Maria de Jesus. Es becaria posdoctoral en Estudios Culturales y Decolonialidad en el PACC/UFRJ (2020). Es autora de «A poética de resíduos de Carolina de Jesus», resultado de su investigación doctoral en Teoría e Historia de la Literatura en la Universidad de Campinas (Unicamp). Organizó los últimos cuatro libros de Carolina titulados Onde estaes felicidade? (2014), Meu sonho é escrever (2018), Clíris, poemas recolhidos (2019), Casa de alvenaria (2021) y tiene varios artículos y ensayos publicados dentro y fuera de Brasil sobre manuscritos y mecanuscritos de la misma autora.


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