El Día del Juicio
traducción de Diego Leiva Quilabrán
Simon Rich
El Mesías bajó flotando suavemente sobre la Octava Avenida, con Sus Brazos abiertos, como si quisiera abrazar a la humanidad. El tráfico se detuvo y la gente se quedó mirando como estúpida, con los ojos y los iPhones apuntando a los cielos. Todos los que Lo contemplaron supieron de inmediato por qué Él estaba aquí: la Tierra estaba salvada y todo su dolor se iba a terminar.
Su trono se detuvo sobre Times Square, junto a la pantalla gigante de Sony. Él medía unos quince metros y era de proporciones armoniosas, con la piel dorada y los ojos como zafiros pulidos. Un par de querubines se sentaron en sus hombros, tocando trompetas de plata. Su canto era tan hermoso que conmovía hasta las lágrimas.
―Yo soy el Mesías ―anunció la deidad, como si hubiese alguna duda―. Y he venido a traerles a todos la salvación
Algunos periodistas se congregaron en la calle. El Mesías les sonrió hacia abajo, con benevolencia.
―Siéntanse libres para preguntarme lo que deseen. ―dijo Él―. Chris Matthews,[1] puedes ser el primero.
―Gracias ―dijo el presentador de noticias. Intentaba mantener la compostura, pero sus mejillas estaban empapadas de lágrimas―. Con exactitud, ¿qué quieres decir con ‘salvación’? ―preguntó―.
―Todo sufrimiento acabará ―respondió el Mesías―. Y la Tierra se volverá un paraíso.
La multitud estalló en vítores. Entre extraños se abrazaban. Los ancianos bailaron como niños.
―Anderson Cooper,[2] ahora tú. Has tenido la mano levantada más tiempo.
―Gracias ―habló el reportero―. Me preguntaba qué significa esto para los pobres del mundo.
―¡La liberación! ―respondió el Mesías―. ¡El pobre comerá, el tullido caminará y todas las guerras terminarán! ―El clamor subió tanto de volumen que el Mesías tuvo que gritar para que lo escucharan―. Okey, ¿quién sigue? ¿Qué tal tú, Al Roker?.[3]
El vitoreo se detuvo.
―¿Qué ocurre? ―preguntó el Mesías. Los querubines susurraron algo en Su Oído―.
―Oh ―dijo Él, poniéndose pálido―. Disculpen, quise decir Al Sharpton.[4] ―Aclaró Su Garganta y forzó una sonrisa―. Adelante, señor.
Al Sharpton Lo miró hacia arriba, con los brazos firmemente cruzados sobre el pecho.
―¿Ibas a preguntarme algo? ―lo presionó el Mesías―. Vamos, pregunta.
― Está bien ―dijo Al Sharpton―. Creo que mi pregunta es: ¿por qué me confundiste con Al Roker?.
―Oye, disculpa por eso ―dijo el Mesías―, pero los dos se llaman Al y los dos salen en televisión.
Sharpton levantó una ceja.
―¿Estás seguro de que no es porque los dos somos afroamericanos?
―¡No es eso! ―explicó el Mesías―. Solo que soy muy malo con las caras. Pregúntale a cualquiera.
―Si eres tan malo con las caras, ¿cómo reconociste a Chris Matthews? ―inquirió Sharpton―. ¿Por qué no lo confundiste con Chris Hayes?.[5]
La muchedumbre murmuró en acuerdo mientras los querubines se daban miradas de preocupación.
―Mira, qué locura ―expresó el Mesías―. Fue un error involuntario. Soy el Mesías. ¡Amo a toda la humanidad! No soy racista, ¿de acuerdo? ¡No soy racista!
Los querubines tiraron de su túnica, pero el Mesías siguió defendiéndose y empeorando todo.
―¡Ambos se llaman Al! ¡Lo dos salen en televisión! ¡No soy racista!Anderson Cooper extendió su micrófono hacia los cielos.
―Mesías, ¿cree que debería disculparse con el señor Sharpton?
―¿Disculparme por qué? ¿Por confundirme entre dos personas llamadas Al y que trabajan en televisión?
―¿Se arrepiente de sus declaraciones? ―preguntó Chris Matthews. Había pasado del asunto de la salvación y ahora se concentraba en el aspecto racial―.
―¡Chicos, esto es una locura! ―dijo el Mesías con la cara torcida en una mueca quejumbrosa―. Tengo amigos negros. ¡Soy un admirador de la cultura negra!
A estas alturas, los querubines estaban tratando de tomarle Su Boca para cerrársela.
―¡Me encanta Kanye West!
Times Square quedó en silencio. Los querubines se taparon la cara con las manos.
―Bueno ―murmuró el Mesías―, suficiente por hoy. Volveré mañana y lo intentaremos de nuevo. O algo por el estilo. ¿Les parece?
Nadie respondió.
Los querubines, con las mejillas más coloradas que de costumbre, tocaron notas aceleradas con sus trompetas. Luego sujetaron los Codos del Mesías y lo arrastraron incómodos hacia el Cielo.
El Mesías caminaba de aquí para allá en Su Nube escroleando tuits en Su iPad.
―Esto es ridículo ―dijo―, soy tendencia en Twitter. Y miren esto, miren Google.
Los querubines, obedientes, se inclinaron sobre Su Pantalla.
―Si escriben ‘Mesías’ en el buscador, lo primero que sale es ‘Mesías racista’. No ‘Mesías salvación’ ni ‘Mesías para acabar con la muerte’. ¡’Mesías racista’!
Forzó una risa. ―¡Esto es una locura! ―Le dio un codazo por las costillas a un querubín, mandándolo a volar por el cielo―. Ustedes, chicos, creen que esto es una locura, ¿cierto?
Los querubines se miraron en silencio por un rato largo. Al final, el que se llamaba Sorath se aclaró la garganta.
―Oh, dulce y noble Mesías ―dijo, con voz melosa―, el punto es que Al Sharpton y Al Roker no se parecen en nada. Al Sharpton tiene bigote y Al Roker no. Además, Sharpton tiene pelo y Roker es totalmente calvo.
―Es verdad ―dijo Zophiel, otro querubín―.
―Tienen exactamente la misma edad. ¡Lo busqué en Wikipedia!
―No importa.
―¿Me están diciendo que nunca cometieron un error como ese? ¿Nunca confundieron a dos tipos negros antes?
―No ―dijo Sorath―.
―¿Ni una sola vez?
―No.
―Además ―agregó Zophiel―, no estaba seguro de cuándo sería buen momento para decir esto, pero no debió usar la palabra ‘tullido’. El término es ‘con capacidades distintas’”.
―¿En serio?
―Esa es la forma aceptada.
El Mesías levantó Sus Brazos, frustrado.
―¿Cómo se supone que tenga las cosas claras si siguen cambiando los conceptos? ―tomó aire y alisó los pliegues de Su Túnica―. Okey ―dijo―, volvamos a bajar. Vamos a seguir mi plan.
Sorath y Zophiel titubearon.
―¿Qué pasa ahora?
―No creemos que sea una estrategia muy inteligente ―dijo Sorath―.
―Todo va a estar bien ―respondió el Mesías―. Vamos. Tomen sus trompetas y síganme.
Los querubines quedaron impresionados por el tamaño de esa muchedumbre. Ahora todos estaban cubriendo la historia, de Al Jazeera a TMZ.
―Empiecen a tocar ―susurró el Mesías―.
Los querubines suspiraron y se lanzaron a interpretar “Gold Digger”. Hubo tímidos abucheos del público cuando el Mesías hizo algunos movimientos de cabeza con aires de hip-hop.
―No soy racista ―dijo el Mesías―. Pero no tienen que creerme a mí. En vez de eso, les pido que le crean al… ¡reverendo Martin Luther King Jr.!
La multitud vio con impresión cómo el reverendo bajaba desde el Cielo con un reluciente halo dorado. Su aura era brillante y radiante, pero su expresión era de tensión.
―Listo, Martin ―dijo el Mesías―, diles.
―¿Qué les digo? ―preguntó el reverendo―.
―¡Eso de que no soy racista!
El reverendo apartó la mirada.
―¿Qué pasa? ―exigió el Mesías―.
―Para ser sincero ―dijo King―, todo esto me pone extremadamente incómodo.
―Puedes volver al Cielo en dos segundos ―prometió el Mesías―. Solo cuéntales, rápido, de cuando salimos y eso.
―Pero nosotros no salimos.
―¿Y esa vez que jugamos golf?
―Nunca jugamos golf.
―¡Sí! ¡Lo hicimos! Me contaste todas esas alocadas historias sobre crecer en Michigan.
―¿Michigan? ―el reverendo entrecerró los ojos y miró al Mesías―. ¿Estás seguro de que no estás pensando en Malcolm X?Los querubines agacharon sus cabezas. Uno sacó una petaca y empezó a beber.
―Está bien. Sé que eso estuvo mal ―dijo el Mesías―. Eso estuvo mal. Pero respóndeme esto: ¿cómo puedo ser racista si yo ni siquiera pertenezco a una raza? No soy humano. Soy un ángel.
―Eres claramente blanco ―intervino Chris Matthews―.
―No me identifico como blanco.
―¿Te identificas como negro?
―De hecho, soy en parte negro ―dijo el Mesías―. Hice esa cosa, esa cosa de la prueba genética que haces por correo. Soy mayoritariamente ángel, pero soy en parte negro. Soy casi dos por ciento negro”.
La multitud abucheó.
―¡Martin y Malcolm, ambos parten con ‘M’! ―gritó el Mesías, mientras King y Sharpton se miraron hartos―. ¡Y son de la misma época! ¡Y los dos hicieron esas cosas raciales!
Al Sharpton levantó una ceja:
―¿‘Cosas raciales’?
El Mesías enterró Su Cabeza entre Sus Manos y gimoteó. Cuando finalmente La levantó, había lágrimas en Sus Ojos.
―Okey ―cuchicheó―, lo admito. No me había dado cuenta de esto antes, pero, supongo que la verdad, soy un poquito racista.
―Disculpa ―dijo Martin Luther King Jr―. No pudimos escucharte. ¿Eres un poquito qué?
―¡Un poquito racista! ―respondió el Mesías―. Empezó a llorar y sus lágrimas llovieron sobre Broadway, salpicando a la multitud. Los querubines Le hicieron cariño en Su Espalda con sus pequeños y gordos dedos.
―¿Qué debería hacer? ―se lamentó el Mesías―. ¿Cómo puedo hacer las cosas bien?
―Puedes reunirte con líderes negros ―dijo Al Sharpton― y empezar un diálogo.
―Está bien ―dijo el Mesías. Y siguió a Sharpton al norte, a Harlem―. Unos pocos días después, el Mesías apareció en The Rachel Maddow Show. Sus disculpas fueron expresivas y, evidentemente, genuinas.
―Vine a salvar a la humanidad ―dijo Él―, pero, al final, la humanidad me salvó a Mí.
―¿A dónde irás ahora? ―consultó Maddow―.
―Haré un viaje formativo a África ―dijo Él― para mejorar mi comprensión de la diversidad.
―Eso es maravilloso ―replicó ella―. Creo que nos quedamos sin tiempo ―presionó su audífono―. Oh, cierto. Pero, antes, una pregunta más: ¿aún vas a traer salvación a la humanidad?.
―No estoy muy enfocado en mi carrera en este momento ―dijo el Mesías―. Mi meta es solo resolver mis asuntos personales. Es obvio que tengo mucho odio en mi interior del cual no estaba consciente. Aunque, espero, con ayuda de la terapia, poder desprenderme de mis privilegios de blanco e inspirar a otros a hacer lo mismo.
―Entonces, ¿cuándo volverás?
El Mesías reflexionó por un momento.
―Volveré cuando todos nuestros corazones estén limpios de racismo. Cuando veamos la cara de un hombre y no reparemos en el color de su piel.
―¿Y cuánto tomará eso?
El Mesías se encogió de hombros.
―Ya veremos.
[1] Presentador de noticias y comentarista político estadounidense de los canales NBC y MSNBC. (N. del T.)[2] Presentador de noticias norteamericano de CNN y conductor de un programa de conversación: Anderson Live.[3] Meteorólogo de televisión afroamericano, actor y autor de libros de no ficción. Presenta el informe del tiempo en el matutino Today de la cadena NBC.[4] Ministro baptista afroamericano, activista por los derechos civiles y la justicia social en EE. UU. En 2004, fue precandidato presidencial por el Partido Demócrata.[5] Periodista estadounidense, presentador del programa de debate de la MSNBC Up with Chris Hayes.


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