El tiempo y las cosas
Apuntes sobre Ultramundo, antología poética de Teresa Calderón

Daniela Ulloa

Ciertamente hay un momento en el que un sombrero deja de ser una cosa entre las cosas. Alguna tibieza dorada de la tarde hace aparecer una taza de té recién servida, como la contenedora de todos los cariños esperados. La banca que hace diez años fue escenario de risas, ahora sirve como confesionario de dos adolescentes abandonados a sus pasiones. La muerte del ser querido nos llena de lágrimas pensando en el reloj de muñeca que yace desmayado en un cajón que nadie se atreve a abrir, nunca.
¿Qué hacen de nosotros, las cosas? ¿La nostalgia vive en el objeto o en quien lo mira? ¿Los objetos también nos olvidan? ¿Por qué aún escuchamos ecos en la vieja casa de infancia?  
La poesía de Teresa Calderón nos sumerge en un espacio que crea y recrea el universo emocional de las cosas. La palabra poética, el lenguaje como materia prima de la escritura, se vuelve táctil. Los versos inaugurales de Causas perdidas (1984), primer poemario publicado por la autora, son tanto una propuesta del lugar de la escritura poética en el mundo, como una declaración de intenciones:
Escribo menos de lo que veoy veo bastante menos de lo que hay.Sin embargo sería suficientetomar un haz de palabrasy salir a errarpor la página en blancosin perder de vistaque el mundo es largopero nunca el único.
La ambivalencia propia de los versos nos permite pensar la palabra como un objeto que se agarra y se lleva por la página en blanco que es también el mundo. La escritura, por lo tanto, se declara como un viaje y como un camino de errores, en donde la poeta acepta la imposibilidad de convertir en materia poética todo lo que el entorno le ofrece. La mirada, la observación será, entonces, la mediadora entre la escritura y el mundo.
La mirada, esa aura personal que es tanto lectura del afuera como ofrenda de alma, aparecerá incorporada en el paisaje. Así, encontramos versos como: “Para no confundirte con el sol /con el destello que ahonda tu mirada”; y también: “Dios pensó en tus ojos / para crear el mundo”. La fuerte presencia de un “tú” se revela como la energía primaria de la creación. Estos últimos versos continúan:
Desde entonces el mundomundo se llamay queltehue y piratay niño indio.
El verbo creador, la palabra que nombra y ordena el mundo, está atado a los ojos de este “tú” que desborda su experiencia íntima a este universo creado. La palabra poética se instala en medio de (y junto a) una génesis, un nuevo origen que ordena desde la observación de aquello que le mueve y conmueve. En este reordenamiento, el tiempo se verá inmediatamente afectado:
El tiempo es pequeñoy es oscuro:un murmullo extenuadoun punto detenidoallí en tu labio.
El tiempo gana dimensiones espaciales (pequeño), sonoras (murmullo) y gráficas (oscuro). A todas estas magnitudes que vuelven táctil y material al tiempo (que además se desnuda de su naturaleza primaria: se detiene), surgen de la observación particular de un detalle.
Dispuesta esta cosmogonía de la palabra y el tiempo, aparece entonces el entorno y las cosas. La luz hace aparecer las sombras, como primera presencia de los objetos: se muestran en su negativo, lo que proyectan unas sobre otras. ¿Quién no se entregó a la incertidumbre de las sombras en algún momento temprano de la infancia? Siluetas que dibujan siluetas más grandes, extrañas, completamente lejanas a su cuerpo original.
Las perspectivas cercanas (a los ojos, al labio) y las escalas de magnitud revueltas, además de la tenaz presencia de la observación y el tacto, nos remiten a una atmósfera abierta desde la percepción infantil. Floridor Pérez ya había anunciado esto al nombrar la sensibilidad creadora de la autora como “sorprendidos ojos de niña grande”, en el prólogo a la primera edición de Causas perdidas.
Los objetos en este momento temprano de la poesía de Teresa Calderón están cruzados por recuerdos de infancia, son cuerpo y vida, tienen voluntad y consciencia de su existir. En el poema “Hazañas de la memoria”, la casa encarna la pulsión misma del abandono: cierra sus propias puertas y se va, dejando una estructura vaciada como cuerpo sin órganos (fotografías, fantasmas, pulsión de vida), como útero yermo.
En “Paisaje doméstico”, las cosas se ven afectadas por estados emocionales: se desperezan, amontonan, huyen, se consumen a sí mismos.
La siguiente obra poética de la autora, Género femenino (1989), continúa ejecutando la visión del universo poético presentado en Causas perdidas, pero las problemáticas giran hacia una revisión crítica de las memorias familiares, relaciones amatorias, y posiciones escriturales desde el ser-mujer. En el poema “Haría falta” la palabra poética destruye y reconstruye un entendimiento de mundo:
Haría faltaque el tiempo girara de otro modo.Haría faltaenumerar los días según diversos ritosy una palabra fecundara estos años circulares.
El verbo creador es fecundo, está preñado de un orden temporal que ya no obedece al de una historia monumental, lineal: ya no es “rutina”, como régimen repetitivo desprovisto de atención; sino “ritual”, transformación en constante devenir.
La casa continúa siendo el espacio que patentiza el abandono: está fisurada, desnuda; los objetos que la componen son el texto de una memoria familiar que se pierde en tanto se descuelgan imágenes, retratos de antepasados. En las cosas viven los recuerdos, no en quien los evoca. Leemos en “El sur del mundo”:
Sobre todo se amalo que el paisajemareshombresplazas determinadasguardan de nosotros.Por eso envejecemos.
Más tarde, y desde un tono mucho más íntimo y confesional, Imágenes rotas (1995) nos devuelve un mundo cotidiano y extrañado: la vida será un ensayo de muerte, donde los objetos habituales se verán afectados por esta pulsión. Desaparecerán las marcas titulares que direccionan la lectura, y quedaremos arrojados al puro acontecer de las imágenes poéticas:
Abrían sus fauceslos camiones de la tarde.Todo se lo tragaban.La lozanía de la frutaparticipando del misterioy de la muerte.Convincente la escobabarriendo la piellos huesos tatuados por el pavimentoy tendones estallandoy cartílagos sangrientosy briznas de pasto y ramas secasrecolectadas en la caída.El más grande de los desperdiciosmi pobre basura biodegradableentrando en la ambulancia.
Una escena diaria en estado de desgracia, donde los camiones de basura son bestias hambrientas y los objetos son testigos e intermediarios de un cuerpo despedazado. No hay unidad: piel, tendones y cartílagos son los restos de un desastre. El suicidio entrega el cuerpo como ofrenda carnal a este paisaje cotidiano de escombros vivos.
El poemario de fin de siglo, Aplausos para la memoria (1999), se acerca a una materia poética un poco más prosaica, sin abandonar algunas orientaciones propias de la poesía calderoniana: un tiempo incuantificable, la insistencia de revelar un origen, y a la vez manteniendo una puesta en marcha de la escritura como potencia creadora (nadie puede asegurarle a la poetisa que antes no hubiese habido nada, se lee en “Ab-origen”). En esta obra, la autora se pregunta por el sentido de la condición humana en este cambio de milenio, desmoronando la idea de competencia, llevándonos a un ambiente previo, uterino, para terminar desmantelando las grandes verdades de este tiempo contemporáneo:
El gran teatro del mundo será pura utilería, y barajadaslas unidades de tiempo, lugar y acción, usted podrá elegirentre el infierno o el infierno
Eso sería todo
***
Estos apuntes sobre las cuatro obras que integran la antología Ultramundo (2023) de Agnición Ediciones, no pretenden presentarse como unívocas y definitivas. Cualquier acción que pretenda cerrar el significado de la imagen poética merece por lo menos ser juzgada por el lector. Pretenden más bien ser una invitación a encontrar, visitar y revisitar el oficio poético de Teresa Calderón que hace uso de la palabra en tanto herramienta verbal, política y testimonial.
***Daniela Ulloa Burgos (Concepción, 1995). Artista visual, Licenciada en lingüística y literatura hispánica por la Universidad de Chile. Se ha desempeñado como gestora cultural en espacios comunitarios dirigiendo talleres de escritura, lectura y oficios textiles. Parte de su trabajo poético ha sido publicado en Maleza: escritos literarios diversos (2021). Actualmente cursa estudios de magíster en literaturas hispánicas en la Universidad de Concepción.

Deja un comentario

Previous Post
Next Post