Por los rumbos quebradizos del poema
adobe de Joaquín Rebolledo

Felipe Moncada Mijic

Entrar en el adobe, ese barro primordial y material de construcción que era tan natural en estos valles y que se ha ido tornando en el presente, en material de nostalgia y de ruina.. El adobe con que se construían barrios enteros de una altura señorial trasladaba las sombras de los árboles más frondoso del entorno al interior de las casas en donde se tejían los destinos de las familias. Esos interiores que habitan los recuerdos previos a los terremotos, una forma de habitar espacios que se grabó en la memoria colectiva.

En los poemas de adobe (editorial Deriva, 2023), la memoria es un dispositivo que se dispara para tirar de un hilo propio. Hilo que se comienza a desenrollar a partir de una observación común en que brota una voz divergente de la que corre por el canal de la nostalgia. Este hilo nos lleva a la descripción o al relato, por los rumbos quebradizos del poema y las asociaciones. Puede partir desde la contemplación de una ventana, desde el ritual de los clavadistas en un río, de unos chicos que construyen ramplas para saltar en bicicleta, o del espacio vacío que deja la pieza faltante en un rompecabezas. Detalles así de cotidianos pueden servir de punto de partida a Joaquín para que el lenguaje realice su deriva, su puesta en duda, para que trace el arco del poema.

Es esa observación cotidiana, aparentemente sin épica desde el punto de vista de la Historia –o de nuestra versión actual: el noticiario–, la que actúa como núcleo para que crezcan, como anillos concéntricos, los versos que se expanden en la lectura. Por ejemplo, las evocaciones que produce una gotera que se infiltra en una casa, cambiando el orden de las cosas, alterando sus funciones y hasta el mismo funcionamiento del tiempo.

«Escribo para recorrer mis territorios inexplorados» dice Joaquín en «Archipiélago», un «arte poética» que da pista de los mecanismos de escritura mediante la analogía geográfica: «tantas islas como voces me conforman y el agua que las divide y las conecta es el silencio que también soy».

Otro aspecto que aparece en momentos del poemario es la resignificación de ciertas ceremonias sociales, como un funeral en el campo o los interiores familiares::

«poco tiempo hay para llorar / la viuda ofrece vino y pan amasado a todos / escucha en silencio frases vacías que se repiten / nunca necesitó menos ayuda para sentir /

lejos de la gente y más cerca del gallinero / la hija que el muerto escondió del mundo /

reducida a poco más que una bestia / sostiene un pollito muerto entre sus manos /

y no puede pronunciar lo que siente»

Estos ritos de paso, ceremonias dispuestas para elaborar el duelo y aplacar la pena, muestran aquí su revés ominoso, sin idealizar se retratan ciertos ribetes rurales poco explorados. O en otras ocasiones, el poema se asoma para indagar en los modos productivos del campo, en el trabajo estacional, «me dicen trabaja trabaja trabaja / no pienses en lo de adentro / que los pensamientos no pesan / y a ti te pagan por kilo.    

En el poema «Consideraciones sobre el color», aparece la voz racional de la ciencia, mediante la explicación del espectro electromagnético como lo objetivo, versus el color como lo subjetivo; esa rivalidad entre humano y naturaleza, respectivamente, aparece como un síntoma de época. La lucha de la técnica, que se transforma en la lucha por buscar la excepción a la técnica, la natura. En el poema se pone en duda todo un sistema de construir percepciones. El drama que describió el poeta ruso Esenin del caballo corriendo contra la locomotora; algo más doméstico como ser superado por una calculadora o por un bot de jugar ajedrez o la enciclopedia superada por Google y la Inteligencia Artificial. En el poema se abre un panorama: «esto quiere decir / que hay distintos tonos de verde / en los bosques magallánicos / que no podemos ver en una pantalla / y eso por algún motivo / me reconforta». El saber que las taxonomías y procesadoras de conocimiento, aún no pueden representar toda la naturaleza «reconforta» al poeta, pues lejos de ponerle límite al conocimiento, estimula la imaginación.

El Adobe Photoshop es otro tipo de barro, uno que está relacionado con crear, restaurar, modificar imágenes, hacer collage, diseñar memes. Quien amase las imágenes puede entregar una buena horneada, representar, dar una versión. Es un barro que levanta muros y crea espacios, ligado al mundo del diseño editorial, útil para producir contenidos en el mundo virtual, quien maneja Adobe tiene una herramienta a favor. Ese inesperado encuentro de la palabra «adobe» en dos significaciones, también es material de construcción del poeta, que reconoce en la palabra una posibilidad creativa.

Quizás no se necesite aplicar categorías hechas al momento de leer el primer libro de un autor o de un autor del cual no tenemos referencias. Las jerarquías que sirven para ordenar también sirven para reducir. La lectura de adobe puede llevar a interiores familiares, a la memoria personal. También se aprecia una voluntad de retrato. Por un lado, surgen poemas breves que nacen a partir de la observación de un detalle de la realidad, una situación, y, por otro, aparecen poemas que tiene voluntad de deriva, que incorporan lo inesperado del pensamiento, las asociaciones que se recogen para internarse en ellas como «un buceador por aguas desconocidas». En estos poemas se permite la fragmentación y la expansión de las imágenes hacia aquellas zonas donde se alcanza la reflexión o las paradojas.

La realidad como punto de partida, la memoria como baúl de las experiencias, la imaginación como conector entre lo conocido y lo desconocido.

Es una provincia, pero podría no serlo; se trata de los treiles en el potrero donde se juega a la pelota, pero podrían ser los pájaros de Hitchcock, o, como en el poema «robar queso en el supermercado», podrían ser todas las imágenes que tienen sentido en ese momento. Tratar la realidad como si fuera algo ajeno, extraño, que aún no se ha estereotipado con opiniones, con conceptos, frescos aún de teoría, libres aún del formateo, ideas que aún no las achata el discurso, el eslogan, el lugar común. Los poemas de adobe se mueven por ese filo donde lo nombrado es conocido y, sin embargo, parece nuevo.


Felipe Moncada Mijic (Quellón, isla de Chiloé, 1973). Licenciado en Educación y Profesor de Estado en Física y Matemáticas (USACH). Fundador de Ediciones Inubicalistas. Ha publicado los libros de poesía Irreal (Ediciones El Brazo de Cervantes, Santiago, 2003); Carta de navegación (Imprenta Almendral, San Felipe, 2006); Río Babel (Ediciones Casa de Barro, San Felipe, 2007); Músico de la Corte (Ediciones Fuga, Valparaíso, 2008). Salones (Manual Ediciones, Rancagua, 2009). Mimus (Edición del autor, Valparaíso, 2012). Silvestre (Ediciones Inubicalistas, Valparaíso, 2015). En el género ensayo ha publicado Territorios invisibles (Ediciones Inubicalistas, Valparaíso, 2015). Ha obtenido reconocimientos como el premio Mejor Obra Literaria, Consejo Nacional de la Cultura, 2017, por el libro de poesía Migratorio, el Premio Municipal de Santiago 2016, con el libro Silvestre, el premio Mejor Obra Literaria, Consejo Nacional de la Cultura, versión 2015, por el libro de ensayos Territorios invisibles.

Joaquín Rebolledo (Curicó, 1990). Ha ganado algunos concursos locales de poesía y se ha adjudicado los fondos del Libro del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio tanto en creación, como en perfeccionamiento y edición. Cursó el diplomado en escritura creativa de la UDP y ha participado de talleres con distintos escritores. Sus poemas han sido publicados en revistas de Chile y México. Su primer libro se titula adobe.

Una respuesta a “”

  1. Avatar de SINCERO
    SINCERO

    PURA CHALLA!!!! AMIGUIMISMO, DEVOLUCION DE FAVORES Y TODAS ESAS PRÁCTICAS QUE TIENEN A LA LITERATURA CHILENA POR EL PISO. FELIPE MONCADA ES UN POLITICO AMARILLO DE LA LITERATURA.

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