El lenguaje como única medida de rescate
A la poeta Emperatriz Carmen Berenguer[1]

Emiliana Pereira Salazar

Desde Bobby Sands desfallece en el muro hasta Inéditos, publicados en Lásbica el 2018, podemos ver en la obra de Carmen Berenguer un trabajo con la construcción de un verso que se modifica de manera radical, radical en cuanto a sus contemporáneos como también en cuanto a su propia escritura a lo largo del tiempo. El verso, desgarrador, similar a un tajo abierto en medio de una ciudad del cual emerge toda (o gran parte de) la poesía de Berenguer, salvaje como brote o aullido.

Recorrer su obra es encontrarse con un discurso que no deja de estar vigente; cualquier rasgadura de un país que escupe fuego, podría también escupir sus poemas: «Hambre hambre hambre hambre/ Es el hambre de las calles/el absoluto rigor del hambre». Su escritura en un tránsito entre lo colectivo y lo individual. Encontrarse a sí misma en el verso, como si se tratase de una línea vertical que todo toca, transversal a las mujeres como lo son la expatriada Raimunda, como Brenda donde “El cuerpo es una leyenda” o como Nuke, madre y lengua, un kilo de carne negra.

Hablantes líricos al borde de ser personajes que palpitan en el poema, y como lava en medio de un volcán, asoma en el verso su historia. Habla y escucha se intercalan en los seres que inundan su obra, decir y dejar decir: «Embelesada distingo las estrellas para hablar de ellas o que ellas hablen por sí solas», en ello, no solo el lenguaje que tenemos, sino el que los otros tienen y el que les otorgamos, el pase a la escucha, un trayecto que va y viene.

Muchos de los que habitan en la obra de Berenguer vienen a apelar la “no escucha” y el lector se ve frente al texto y frente a su entorno como un otro que no atiende el transito de la ciudad que pulula. Decir que sus poemas son la voz de los sin voz sería una cursilería, porque más bien, es el sonido que una y otra vez se reproduce y que su repetición es la que lo silencia; dejamos de prestarle atención hasta que, por algún motivo, una se detiene, escucha y se da cuenta de lo que hay y que se obvia.

La no escucha indudablemente viene de la mano con los límites que la sociedad establece; sin embargo, Berenguer nos ubica en un panorama en el que fácilmente pueden ser borrados, propone en su escritura la fragilidad de los límites impuestos, como por ejemplo: «Hoy llueve en Santiago y ha inundado las líneas divisorias, márgenes, nuevos límites de este valle», símil acaso al mar, una ciudad inundada sin límite trazado más que la línea del horizonte.

Además de todo este recorrido, vemos también el cuestionamiento de la escritura desde el fundamento, desde la madre. En Maravillas pulgares hay un poema que se llama) Nuke Nemel Nuke, que taja (como tajo en femenino, no como tachadura) la escritura desde el origen:

Todo lo que escribo ahora es una reconstitución del rito en la 
muerte de mi madre.

Y trato de recordar y no puedo, entonces ¿qué es
la memoria? Yo no quiero

Olvidarla y hago esfuerzos por no perderla definitivamente
entonces le hablo y

juego con pedazos y tomo su pañuelo que conserva la
memoria de su olor.

Qué es el límite sino la memoria y qué es la memoria sino el recuerdo del límite, qué es esto sino el trayecto que hace la cabeza por límite, memoria y lengua, para así decantar en la escritura de Berenguer, quiénes somos cuando no está la madre, en quiénes nos convertimos y qué hace la escritura con ese vacío. El olvido, aparición furiosa cuando no se quiere, temor voraz a que todo sea borrado y en ello lenguaje, palabra, verso. El verso como conservación del fundamento, en el acto de escribir y en el acto de decir. Luego de que no está la madre, bulle por dentro, desgarrador y abstracto ¿cómo hacer para conservar cada cosa? Berenguer aquí, con ese dolor del olvido, con ese dolor de la perdida, el lenguaje como única medida de rescate.

[1] Texto leído el 19 de agosto del 2022 en el Ciclo virtual de poetas: ¡Potencia de la sabiduría! De la Cátedra de Bolaño de la Escuela de Literatura Creativa de la Universidad Diego Portales. 


Carmen Berenguer (Santiago, 1946-2024). Poeta, cronista y artista visual chilena. Figura prominente de la poesía chilena desde la década de los 80’, en su propuesta estética convergen una opinión política, crítica cultural y una reflexión sobre el lenguaje. Conjugó su producción literaria con la edición de publicaciones literarias y el año 2008 recibió el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda.

Emiliana Pereira Zalazar (Santiago, 1990).  Ha publicado poemas en revistas y plaquettes. En 2018 cofundó la editorial Bisturí 10, en la que publicó este año el libro de poesía: Cabeza y corazón es una ostra.

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