En busca de un lenguaje animal
Una ballena es un país de Isabel Zapata

Cristian Cristino

En 1550, en la ciudad de Valladolid se inician las célebres Controversias en las en las que se pretende determinar si los habitantes de las Indias Occidentales poseen o no un alma, veredicto de suma importancia ya que permitiría dilucidar si era lícito o no hacerles la guerra a los naturales; saber si podían o no ser esclavizados. Las posturas en el debate son defendidas por Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda, respectivamente. Si bien, ambas posiciones partían del supuesto de Francisco de Vitoria quien once años antes, en la universidad de Salamanca había expuesto que la diferencia entre animal y hombre se jugaba en el concepto de la propiedad –la condición de humanidad es su capacidad de poseer, ya que ser hombre es ser propietario, aunque sea solo de sí mismo–. Hace tiempo ya que pareciera que estamos en nuevas y constantes juntas de Valladolid, pero que ahora intentan dilucidar la naturaleza misma de los animales y su posibilidad de ser considerados como sujetos de derecho. Esta discusión es más que un posible clima de época y se levanta como pregunta colectiva que se ha vuelto inevitable e imperiosa por ser respondida: ¿qué son los animales y cómo ha de ser nuestra relación y convivencia con ellos? ¿Acaso en los animales aplica el concepto de propiedad? El debate es amplio e incluye los esfuerzos de activistas, de filósofos, de biólogos, y de políticos, entre otros; voces que se erigen para generar una nueva conciencia para una nueva convivencia posible, sin embargo, pocas de estas iniciativas son capaces de provocar, luego de su lectura, el impacto de una obra como la que hoy comentamos. 

Una ballena es un país, publicada originalmente en México en 2019 y en Argentina en 2023, llega a las librerías chilenas luego de una cuidada edición, gracias a la editorial falso azufre. Su autora Isabel Zapata –que se ha posicionado como una de las voces más innovadoras de la literatura latinoamericana– nos ofrece un dispositivo poético dedicado a los animales con el que intenta asomarse a la sensibilidad con la que estos seres experimentan, perciben y elaboran un mundo propio. Por sus páginas desfilan caballos, pulpos, ratas, osos, perros célebres y anónimos y, por supuesto, ballenas; un contingente, ya que: «13. Hay ballenas en todos los océanos del mundo, pero pasan tanto tiempo bajo el agua que desconocemos sus rutinas casi por completo. 14. Sabemos que cantan y eso basta. 15. La voz de las ballenas nos sobrevivirá» (p.66).

«¿Quién hablará al último tigre de Tasmania? 

No su idioma: a él. 

No a él: a su espina dorsal rebanada por las rayas. 

No a sus rayas: a la vida que en ellas se multiplica. 

No a su vida: al pasto alto que la recuerda» (pp.38-39).

Un poema como este no solo evoca a un animal (en este caso. Al oficialmente extinto tigre de Tasmania); también evoca un más alládel límite del entendimiento humano ante una forma de vida que no es la propia. Esta aproximación sensible hacia lo animal se mantiene y persevera en el proyecto autoral que nos convoca y a su vez se alinea a la actualización contemporánea con las grandes preguntas filosóficas y éticas planteadas lo largo de la historia sobre nuestra relación con otros seres vivos.

Como apunta la propia autora en el prólogo, este libro es un intento por decir aquello que supera al lenguaje de la academia o del activismo y así «cuestionar nuestros vínculos con los animales y las creencias en las que descansan, con la intención de tender puentes de empatía que solo la literatura es capaz de provocar» (pp.9-10).

La filósofa Martha C. Nussbaum, en su último libro Justicia para animales. Una responsabilidad colectiva (2023), hace una crítica al estado del arte para combatir la violencia sobre los animales y propone un enfoque en las capacidades (EC), que se centra en reconocer y promover las condiciones que permiten a los animales vivir vidas plenas y significativas. En la propuesta de la pensadora, este enfoque, originalmente desarrollado para abordar cuestiones de justicia humana, puede –y debería– ser aplicado para incluir también a los animales no humanos bajo los principios de justicia y ética. En las páginas del libro de Zapata, podemos encontrar resonancias con esta propuesta en pasajes como: «Qué comían, cómo se reproducían, cómo vivían: no sabemos. 2. La forma del pulpo es perder su forma. Eso sabemos» (p.31).

Esta es una constante en el texto: la admiración amorosa por formas de vida que no deberíamos necesariamente llegar a comprender para poder apreciar y valorar. Este enfoque, para Nussbaum, debería remplazar estrategias anteriores que ella identifica como el del fuerte parecido con nosotros, o el que desarrollaron los utilitaristas centrados en los conceptos de placer y dolor. Es llamativo que en Una ballena es un país también encontremos poemas que podrían encarnar estos dos últimos enfoques; en el ya citado «La voz de las ballenas» (p.65) se insiste en la futilidad de querer encontrar equivalentes humanos en los cantos y comportamiento de los cetáceos: 

«2. Las ballenas, en especial la yubarta y las subespecies de ballena azul, son conocidas por producir sonidos repetitivos con distintas frecuencias que consideramos cantos. 3. Esperamos encontrar en los animales virtudes que escasean en nosotros mismos. 4. Aunque se cree que su principal propósito es la selección sexual, el canto de las ballenas sigue siendo un misterio para los científicos» (p. 65).

También, el que pone énfasis en la crueldad de los hombres con estas otras especies: «¿En qué piensa el carnicero que destaza al cerdo? / Del cerdo se aprovecha todo. / Y con la visión del animal servido en un trompo adobado / separa la cabeza del tronco con un corte seco» (p.23).

Otro acercamiento al problema lo podemos encontrar en el trabajo del primatólogo Frans de Waal La edad de la empatía (2023). Allí, de Waal busca en otras especies, particularmente en los primates, profundas raíces evolutivas de este sentimiento y/o capacidad, tal cual se reconoce en el poema de Zapata «La creación del rinoceronte»: «Puede que su piel rocosa se debiera a la dermatitis que el rinoceronte sufría tras cuatro meses de viaje entre India y Portugal, o a la armadura que llevaba puesta cuando el Rey Manuel I lo puso a pelear con un elefante para comprobar que eran grandes enemigos. Dicen que se miraron a los ojos un momento antes de darse la media vuelta» (p. 27).

Una ballena es un país parece contener y encarnar todas las rutas que se dirigen a lo animal, y en esas bifurcaciones virtuosas transita desde la versificación más tradicional –incluso el micropoema– hasta todas la multiplicidad de posibilidades que ofrece la prosa, recurriendo a formatos tan dispares como la crónica, el ensayo y el diccionario (además de fotografías e ilustraciones). La escritura de Zapata es de una transparencia que, en ocasiones y de manera paradójica, oculta el complejo artefacto poético que nos ofrece, en el que la prosa elegida para su versificación resplandece en emotividad desde una sencillez aparente: 

«Mi perra no es abstracta. 

Su cuerpo fluye y se revuelve. 

Por dentro mi perra es un planeta tibio. 

Por fuera es toda pelo negro. 

Canis lupus familiaris nigrum:

pura materia oscura. 

Busco el ángulo, la luz, el enfoque 

pero siempre hay una mancha oscura 

en donde debería estar ella» (p. 50).

Su trabajo con el lenguaje, como es de esperar, es el punto más alto de su propuesta. Desde una perspectiva poética que se nutre de la científica, intenta acercarse y, en momentos, nos aproxima a las formas no humanas del lenguaje; es esta una de las razones por las que el poema dedicado a la gorila Koko logra asombrarnos y conmovernos. ¿Cómo habla de sus gustos Koko, de las cosas que teme, del cariño, del juego, del dolor y de la muerte?

«Lección: animales 

Para Koko, una cebra es un “tigre blanco”, Pinocho es un “bebé elefante” y una máscara es un “sombrero ojo”. Al ver a un caballo con una herida en la boca, Koko dice “caballo triste”. Le pregunto por qué está triste y contesta “dientes”. 

Al enseñarle una foto de Copo de nieve, el gorila albino, luchando contra la posibilidad de tomar un baño, Koko dice “yo llorar ahí” [Ella también odia los baños]» (p.47).

La autora, toma materiales de distintas fuentes y a su vez produce textos que parecen también provenir de otros contextos, alimentando una escritura camaleónica que sin embargo nunca pierde su organicidad, lógica interna y su musicalidad.

«Por las noches, tu fantasma se acerca a mi cama y me lame la mano hasta que la pongo en tu lomo. Entonces me doy cuenta de que te estás disolviendo por dentro. Veo el humo que sale de tu hocico, de tus orejas, de las cuencas de tus ojos que se van quedando vacías mientras intento alcanzar el vaso de agua del buró. Cuando tu pelo desaparece bajo mi mano puedo sentir tu piel rugosa, como chamuscada, que luego se convierte en magma sobre la alfombra. Yo también me derrito, de algún modo» (p.35)

¿Cómo se ha de leer un texto cómo este? ¿Qué es? Aun con la firma de Vladimir Yazdovsky (quien dirigía el programa de perros de prueba para vuelos espaciales que seleccionó a la célebre y trágica astronauta canina), un poema como «Para Laika», es quizás inclasificable en el orden de los formatos literarios. Pero esto, en vez de entorpecer, potencia el plan autoral de Isabel Zapata, que nos conduce por una ruta escritural que nos deja como lectores desolados por una experiencia de lectura desgarradora, en la que también hay lugar para la esperanza sostenida en el amor que podemos sentir por los animales que es lo mismo que amar al mundo, ya que «[s]us cuerpos breves soportan el mundo» (p. 24).

La lectura de Una ballena es un país no es tan solo una excelente oportunidad para adentrarse en la obra de esta destacada autora, sino que también, en su condición de poesía como los ya mencionados puentes de empatía, este libro es un llamado a tomar conciencia sobre la importancia de actuar de manera decidida para combatir la violencia en contra de los animales. Incluso si por momentos pareciese que es intrínseca a la condición de ser humano –es tal vez al concepto de humano al que tenemos que combatir–. Si hoy consideramos la importancia de las Controversias de Valladolid para la historia de los derechos humanos, ¿cuánto pueden aportar las obras como la de esta autora para avanzar en un proyecto global de convivencia armoniosa entre las especies que habitamos la tierra? La respuesta no es sencilla, aunque no por lo que compete a este poemario, sino que por el silencio culpable de quienes ostentan el poder: 

«Las frecuencias tonales de las ballenas van disminuyendo algunas fracciones de hercios cada año. ¿Están afectadas por la contaminación sónica del mar? ¿La variación en la temperatura del océano ha generado este cambio? Si sus canciones son una manifestación cultural, ¿son las ballenas víctimas del capitalismo?» (p. 66).

Como cruel ironía, mientras preparo este comentario me llega la información de que el Comité Científico de la Comisión Ballenera Internacional, ha expresado su preocupación por la posible disminución de hasta 36% en la población de ballena azul en sus zonas de alimentación en el sur de Chile en los últimos 14 años.

«Vista desde arriba una ballena es una isla 

de piedra flotando a la mitad del océano. 

2.En el agua los cachalotes son fantasmas grises, 

afuera son negros casi púrpuras, con pecas amarillas. 

Las ballenas tienen la barriga llena de bichos:

una ballena puede hospedar a más de siete mil. 

Las ballenas también son una casa» (p.18).


Isabel Zapata (Ciudad de México, 1984) es escritora, traductora y editora. Es autora del libro de poemas Las noches son así (Broken English, 2018), así como del volumen de ensayos In vitro (Almadía, 2021). Es socia fundadora de Ediciones Antílope. En 2024, publicó la novela Troika.

Cristian Cristino (Santiago, 1982). Teatrista y escritor. Actualmente estudia Filosofía en la Universidad de Chile. Es autor de la novela El fallo muscular (Noctámbula, 2021). Beca de creación literaria Fondo del Libro para la escritura de Los retornados de próxima publicación por Imaginistas.

Deja un comentario