José Carlos Mariátegui: Una heterodoxia en filigrana

Presentación de La recepción del pensamiento de José Carlos Mariátegui en Chile 1926- 1973 de Patricio Gutiérrez

Roberta Sanhueza

El libro que venimos a presentar, publicado por editorial Inubicalistas en 2023, a nuestro juicio constituye una importante contribución a la revaloración y vigencia de la figura de este intelectual latinoamericano. A partir de la valoración de su figura, el libro subraya la importancia de la recepción de su pensamiento en Chile. 

Quisiera compartir algunas las reflexiones que la amena lectura de este valioso libro me despertó. El texto abarca un ciclo de casi cincuenta años (1926 – 1973) a lo largo de los cuales Patricio Gutiérrez da cuenta de las formas en que la obra y el pensamiento de Mariátegui fueron llegando a Chile, periodo que se extiende desde sus primeras recepciones locales (1926) hasta el golpe de Estado de septiembre de 1973.

Hay que tener presente –nos dice Gutiérrez– que la mayoría de las veces dicha recepción se verificó en medio de procesos contradictorios con las dinámicas de la realidad nacional. Ello debido, principalmente, a que el pensamiento de Mariátegui se desarrolló en medio de un estalinismo en ascenso (p. 154). A lo que hay que agregar las disputas ideológicas del movimiento de Mariátegui con la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Estas disputas y la orientación de la Internacional Comunista en la década de los treinta van a direccionar limitada y negativamente la recepción de la obra mariateguiana. Sobre todo, en relación con la línea anticomunista y antisoviética propulsada por Víctor Raúl Haya de la Torre a partir de 1928, línea que se oponía a los Frentes Populares en que tuviera presencia el Partido Comunista (p. 162).

Fue solo a partir de mediados del siglo XX, dice Gutiérrez, con las ediciones de las obras completas de Mariátegui y la confluencia de múltiples procesos sociales, en especial la Revolución Cubana, que se van a romper los esquemas teóricos de un marxismo economicista y etapista. Con esto, afirma Gutiérrez, se ampliaron las condiciones de recepción y apropiación de la obra de Mariátegui fuera de las líneas ortodoxas hasta entonces imperantes (p. 157).

Un aspecto relevante que trata el libro de Gutiérrez es el que se refiere a la formación de Mariátegui, destacando especialmente el desarrollo intelectual que experimentó durante su estadía en Italia, donde tomó contacto con las ideas de Karl Marx. Luego, a su retorno al Perú, comenzó a desarrollar dichas ideas, lo que lo llevó a pensar el marxismo “desde las particularidades de nuestro continente» (p. 19). En este contexto, Patricio Gutiérrez reconstruye el lapso histórico que va entre 1919 y 1921, contexto en el que se produjo el desarrollo ideológico y político de José Carlos Mariátegui. En ese marco nos narra sucintamente el surgimiento de partidos comunistas en América Latina. 

Gutiérrez sostiene que la recepción del pensamiento de Mariátegui en Chile cobra un particular interés para la comprensión de nuestra historia local, sobre todo porque puso en cuestión «la mirada positivista, economicista y teleológica que era propia de un tipo de marxismo más bien “inocente” frente a las tareas políticas a realizar en América Latina” (p.28). Plantea igualmente que la recepción del pensamiento de Mariátegui en Chile debe ser comprendida en los términos de la traducción que propone Antonio Gramsci. Es decir, como «una historia dinámica, de pequeños debates intelectuales, que irán desarrollando un campo cultural en oposición a las tendencias hegemónicas» (p. 28). 

Las ideas de Mariátegui en Chile, afirma Gutiérrez, vinieron a presentar un esfuerzo político intelectual, teórico y práctico de pensar, a través del marxismo, a América Latina, pero comprendida y pensada en sus propias particularidades. Esto supone concebir el marxismo no como un método a aplicar, sino como un instrumento cuyos contenidos vienen configurados por los resultados de los correspondientes análisis.

En cuanto a los cinco capítulos en que está estructurado el libro, en el primero, «Elementos de su formación político-cultural (1894 – 1930)», Gutiérrez expone los datos biográficos de nuestro personaje. Incluye referencias al accidente en la rodilla que lo llevó a padecer un largo periodo de convalecencia, durante el cual comenzó a cultivar su pasión por la lectura. Se refiere también a los posteriores trabajos que Mariátegui llevó a cabo en varios periódicos, primero como obrero, luego como ayudante de linotipista y posteriormente en redacción, escribiendo editoriales, crónicas y columnas de opinión. Todo ello, más otras vivencias, que encaminaron a Mariátegui a perfilar y madurar su pensamiento y su compromiso político con los sectores populares.

En el capítulo segundo, denominado «La recepción del pensamiento de José Carlos Mariátegui en Chile (1926 a 1930)», Patricio Gutiérrez aborda cómo se inició la recepción de su obra en nuestro país durante la segunda mitad de la década de los años veinte, lo que se verificó –nos dice– fundamentalmente a través de diversos periódicos y revistas culturales. Destaca al respecto la recepción que tuvo en el país la revista Amauta, la que, afirma Gutiérrez, fue anunciada permanentemente en diferentes medios locales. 

En el capítulo tercero, el autor analiza lo que denomina «apropiaciones del pensamiento de Mariátegui en la contingencia político intelectual local». En relación con el punto, Gutiérrez rastreó la presencia de aspectos importantes del pensamiento mariateguiano que fueron hechos suyos por estudiantes chilenos. Así mismo, Patricio Gutiérrez, nos va mostrando la presencia de las ideas mariateguianas contenidas en artículos, reseñas de libros, conferencias, análisis de obras suyas, –tales como «Defensa del marxismo»–, difundidas en distintas revistas chilenas y en centros universitarios de nuestro país (p.100). Otro indicador de la recepción de Mariátegui en Chile que cita Gutiérrez es la que se refiere a la creación del Centro Cultural de Propaganda Socialista, fundado en Santiago de Chile en febrero de 1932 (p. 102), entidad en cual se impartieron cursos de formación política, siempre difundiendo la figura de Mariátegui (p. 106). Igualmente, Gutiérrez pudo verificar la recepción en el país del punto de vista antimperialista de Mariátegui, el cual se hallaba contenido artículos aparecidos en el semanario Izquierda (p. 108).

En relación con este mismo periodo, hacia 1934, Patricio Gutiérrez se refiere a la aparición de uno de los textos más importantes de Mariátegui, «Defensa del marxismo». Esta publicación contenía el conjunto de artículos aparecidos entre 1927 y 1929 en las revistas limeñas Mundial y Variedades, los que ahora fueron reunidos en un solo texto. Este, sostiene Gutiérrez, «abrió “una reflexión original […] la primera en América Latina que se planteó la reelaboración del marxismo, mostrando con ello una profunda comprensión de la obra de Marx» (p. 111).

El cuarto capítulo, que lleva como título «Una heterodoxia en filigrana, José Carlos Mariátegui, del Frente Popular a la Unidad Popular (1938- 1973)», me pareció particularmente revelador y creativo. Especialmente en cuanto al uso metafórico que Gutiérrez hace de la «filigrana», lo que sería adecuado para entender la cualidad heterodoxa que es propia del pensamiento de Mariátegui. Buscando el significado de la palabra «filigrana» me encontré con lo siguiente. Es una palabra que proviene del ámbito de la artesanía. Corresponde a una técnica de orfebre utilizada en la joyería artesanal, que consiste en la creación de un entramado o tejido de finos hilos metálicos, generalmente de plata u oro, unidos con mucha perfección y delicadeza. 

La «heterodoxia del pensamiento mariateguiano», según Gutiérrez, constituiría, metafóricamente hablando, una filigrana, cuyos elementos se hallan unidos con mucha perfección y delicadeza. Cuando Gutiérrez propone comprender de este modo el pensamiento de Mariátegui, está expresando la dimensión heterodoxa de sus ideas. Así como su recepción en Chile, fue y sigue siendo una construcción dialéctica, abierta y colectiva. 

Otra cuestión que Gutiérrez argumenta en este capítulo es la que sostiene que en nuestro continente la creación de frentes populares tuvo un carácter heterodoxo y que congenió estrechamente con las ideas antifascistas que Mariátegui sostuviera con antelación. Dichas ideas postulaban la construcción de alianzas políticas amplias, como las que más tarde en Chile unificaron a comunistas, socialistas y radicales. 

Gutiérrez, en este capítulo, también sostiene que el pensamiento visionario y adelantado del pensador peruano fue observado con especial atención hasta por los mismos soviéticos. Cita al respecto las palabras de Grigori Zinoviev, uno de los dirigentes importantes del Partido Comunista de la Unión Soviética hasta la década de los años veinte del siglo pasado, quien sostuvo: «Mariátegui es una vigorosa mentalidad; es un verdadero creador: no parece latinoamericano; no plagia, no copia, no repite lo que dicen los europeos».

Para terminar, quisiera insistir en la mencionada clave en filigrana para comprender el pensamiento de Mariátegui que propone Gutiérrez. Postula una heterodoxia como resultado de una construcción colectiva que se proyecta también en la recepción misma de su pensamiento en Chile, recepción que, por lo demás, Gutiérrez va magníficamente ilustrando a través de las fuentes bibliográficas que cita, las que contienen diversos y significativos ejemplos de aportaciones teórico-reflexivas.

Desde mi sensibilidad musical, esa imagen metafórica de la heterodoxia mariateguiana como una filigrana colectiva, me ha evocado la idea de construcción colectiva de un instrumento cuyos materiales son las ideas, las reflexiones, las recepciones y reelaboraciones de esas ideas, así como de sus aplicaciones críticas y concretas en la praxis histórica. Todo aquello va configurando un auténtico instrumento de interpretación de nuestras realidades, al que –para decirlo en términos musicales–, debemos seguir haciéndolo cantar, unificando nuestras voces en una coral con perspectiva transformadora. 

Por los méritos que indudablemente presenta el libro que comentamos, no dudo en recomendar calurosamente su lectura. Gracias.

Cerro Concepción, Valparaíso, 1 de mayo de 2024


Patricio Gutiérrez (Valparaíso, 1975). Licenciado en Historia, Licenciado en Educación, Profesor de Historia y Ciencias Sociales, Magíster en Historia de Chile y América por la Universidad de Valparaíso, Candidato a Doctor por la Universidad Nacional de San Martín, Argentina, Director del Centro de Estudios del Pensamiento Iberoamericano CEPIB- UV y miembro de la Asociación Gramsci Chile. Director del Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la UV. Ha publicado en diversas revistas especializadas artículos sobre temas relativos a la historia y los intelectuales de izquierda.

Roberta Sanhueza (Quilpué, 1975). Licenciada en Historia, Licenciada en Educación, Profesora de Historia y Ciencias Sociales, Magister en Filosofía, mención Pensamiento Contemporáneo por la Universidad de Valparaíso. Ha publicado diversos artículos y  ensayos en revistas especializadas. Miembro de la Asociación Gramsci Chile y del Centro de Estudios del Pensamiento Iberoamericano CEPIB- UV.

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